El eje de esta fiesta ha sido el conocimiento de otras culturas y los valores que comparten todas ellas. El sábado por la mañana, después de la acogida, los jóvenes se repartieron en diferentes grupos a los que se les dio un pasaporte, donde diferentes países nos ofrecían sus juegos más tradicionales. A medida que se iban completando las pruebas el pasaporte se iba llenando de sellos y además en cada prueba se conseguían valores que luego se colgaban en un mapamundi.
Llegaba así la hora de comer, que sirvió para recargar energías para la excursión de la tarde en la ermita de Sant Antoni, a través de una actividad llamada "Turín Express", en la que los jóvenes se habían de orientar para llegar a diferentes pruebas de diversos países. Las caras de cansancio eran evidentes ya que el sol y el calor no perdonaban, pero después de descansar un poco y cenar nos preparábamos para la recta final: las buenas noches y la discoteca.
A las buenas noches, un árbol que representaba el sueño de Don Bosco nos invitaba a llenarlo de hojas con nuestros sueños y agradecimientos a su figura. Tras este emotivo momento dábamos paso a la discoteca, donde los jóvenes pudieron disfrutar, bailar, jugar y donde a través de diferentes juegos iban consiguiendo tickets para canjearlos por alguna bebida, chuches o snacks.
Domingo por la mañana nos levantamos y desayunamos todos juntos. Después por centros realizamos la evaluación de la fiesta, donde algunas frases por parte de los jóvenes como: "Ha sido muy corto" arrancan la sonrisa de algunos monitores y organizadores. Finalmente hacemos un gran círculo en el pato, cruzamos los pies, nos tomamos las manos y cantamos todos juntos la hora de los adioses. Esto marca la hora de partir y poco a poco el pato y los porches van quedando vacíos de mochilas, sacos de dormir, sonrisas y abrazos.