La pandemia del coronavirus ha afectado como nadie esperaba el viejo continente. Europa, con sistemas sanitarios avanzados y una estructura económica fuerte, se ve superada por una crisis sin precedentes. Poco a poco parece que se va estabilizando el progreso de la enfermedad, aunque queda un largo camino por recorrer, incertidumbre, miedo y tristeza por tantas vidas perdidas.
Si Europa se ha visto afectada con esta inusitada virulencia, el continente africano y América Latina – con muchas regiones muy empobrecidas y sistemas sanitarios y económicos muy débiles – teme que las consecuencias de esta pandemia sean devastadoras, varios expertos apuntan en esa línea, amenazando la vida de millones de personas.
Y no solamente por la mortalidad que pueda causar el virus, sino porque las duras medidas de confinamiento en la población vulnerable empiezan a repercutir en muchas familias que viven al día y no disponen de recursos para alimentarse.
La acción de la familia salesiana en los países en los que trabajamos
En la actualidad, desde Bosco Global trabajamos con la familia salesiana apoyando proyectos en Camerún, Etiopía, Costa de Marfil, Bolivia, Mali, Burkina Faso, Ecuador, Togo y República Democrática del Congo.
Durante estas últimas semanas hemos estado en contacto permanente con nuestras contrapartes para saber cómo les está afectando la pandemia y las acciones que están llevando a cabo para intentar mitigar su efecto en las familias más vulnerables.
Josep Maria Sabé, salesiano responsable de la oficina de proyectos de los salesianos en la provincia de África Tropical Ecuatorial, con sede en Yaoundé, Camerún, nos explica que “si el virus se propaga con fuerza en nuestro país y en el continente, la población sufrirá mucho y es necesaria una respuesta de solidaridad global a este problema”.
En Camerún, como en la totalidad de países en los que trabajamos, se ha suspendido la actividad educativa, y las presencias salesianas se están resintiendo porque las familias, en su mayoría humildes, no pueden pagar las cuotas y toda la economía se ve gravemente afectada y comprometida para poder seguir prestando servicio a los más vulnerables.
A pesar de esta situación, desde la casa de acogida de Abiyán, en Costa de Marfil, ya han empezado a fabricar mascarillas de protección y se sensibiliza sobre las medidas de seguridad de distanciamiento. Esta sensibilización también se realiza en los diferentes países.
Desde Abiyán preocupa especialmente como ser eficientes en las medidas de confinamiento, con una mayoría de la población que vive hacinada en las casas y que comparten de forma comunitaria los servicios más básicos, realidad que se comparte en la mayoría de los países en los que trabajamos.
En Sikasso, Mali, la presencia salesiana abastece con agua de sus pozos al barrio y se hace cargo de muchos jóvenes que no han podido regresar a sus casas después de declararse el estado de emergencia y no poder moverse.
La falta de alimentos para muchas familias es una realidad cada vez más acuciante, y aunque las presencias salesianas intentan en la medida de sus posibilidades dar respuesta, tienen claro que necesitarán ayuda de terceros para cubrir estas necesidades si la situación se alarga en el tiempo.
Una iniciativa impulsada en Salesianos Ecuador trabaja en esa línea. Han desarrollado una estrategia de identificación de familias vinculadas a sus proyectos, ahora confinadas, que necesitan recibir una cesta de alimentos diaria y captan fondos para hacerlo viable.
Desde Bosco Global, el vínculo con los salesianos y salesianas en estos países y otros de la zona es muy especial, y en la noche de ayer, un grupo de personas voluntarias de la entidad organizó una oración, conjunta y en línea, de unión en tiempos de pandemia mundial. Se tuvo ocasión de escuchar el testimonio de salesianas y salesianos en comunidades de África y América Latina y compartir silencio y oración.