ESTUDIO DE LA PALABRA| CICLO A – IV DOMINGO DE PASQUA

24 abril 2023

Propuesta de Lectio Divina personal (o en grupo)

IV Domingo de Pascua Ciclo A (Jn 10,1-10)

 

 

ORACIÓN

Envía sobre nosotros, Señor, tu Espíritu Santo:

que disponga nuestro corazón para escuchar tu Palabra;

que nos conceda encontrarte en ella;

y que haga que esta Palabra se convierta en vida en nuestras personas.

(B) PASOS PARA LA MEDITACIÓN

  1. LEE…

¿Qué dice el texto?

Atiende a todos los detalles posibles. Imagina la escena. Destaca todos los elementos que llaman la atención o te son muy significativos. Disfruta de la lectura atenta. Toma nota de todo lo que adviertas. Para la comprensión del texto te pueden servir los comentarios que te ofrecemos a continuación.

Texto (Jn 10, 1-10)

En aquel tiempo dijo Jesús a los judíos: «Os aseguro que el que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino saltando por otra parte, es un ladrón y un salteador. Pero el que entra por la puerta es el pastor de las ovejas. El guarda le abre la puerta y las ovejas reconocen su voz; él llama a sus ovejas por sus nombres y las saca fuera. Y cuando ha sacado todas sus ovejas, va delante de ellas, y las ovejas lo siguen porque conocen su voz. Pero no seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños». Jesús les puso esta semejanza, pero ellos no entendieron qué quería decir. Por eso Jesús se lo explicó así: «Os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que vinieron antes de mí eran ladrones y salteadores, pero las ovejas no les hicieron caso. Yo soy la puerta; el que entra por mí se salvará; entrará y saldrá y encontrará pastos. El ladrón sólo entra para robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante.

Comentarios:

Este relato se une con el capítulo anterior como un comentario necesario y excepcional del mismo. Así lo exige el tema del juicio que es el denominador común de toda la sección. Se trata en Jn 9 y sigue en éste. Son llamados a juicio, y condenados por su mala gestión, los dirigentes espirituales del pueblo de Dios. Es claro que Jesús sigue teniendo delante a los mismos interlocutores: los fariseos (Jn 9,40 y 10,6 s).

En Jn 10,19 son llamados los judíos. Ambas designaciones son intercambiables en este evangelio. Designan a los dirigentes del pueblo, que proceden del judaísmo fariseo. Finalmente, el diálogo-monólogo anterior contiene germinalmente y adelanta el tema que se desarrolla en esta sección: los fariseos, los falsos pastores, han excomulgado y echado fuera al ciego (Jn 9,34). En clara e intencionada contraposición con el buen pastor, los dirigentes judíos de la época, el judaísmo fariseo, es fustigado durísimamente por Jesús. En relación con el rebaño que debían apacentar son ladrones y salteadores (Jn 10,1b.8); son extraños, a los que no conocen ni siguen las ovejas (Jn 10,5); son gente que roba, mata y destruye (Jn 10,10); son asalariados irresponsables (Jn 10,12s).

Por el contrario, Jesús, el buen pastor, busca la oveja perdida, la encuentra y la acoge (Jn 9,35).

10,7-21 Jesús, el buen pastor.

El contraste tan violento que acabamos de ver nos es descrito mediante dos parábolas: la del pastor (Jn 10,1-6) y la de la puerta (Jn 10,7-9). Se trata, en parte, de parábolas y, en parte, de alegorías. En realidad habría que hablar de un discurso simbólico en el que, junto al simbolismo aparece el lenguaje directo. En ellas se expone la distinta relación existente entre los fariseos y la gente a la que gobiernan, por un lado, y entre Jesús y los creyentes, por otro. Se pone de manifiesto la seguridad de las ovejas gracias a su pertenencia a Jesús (el redil) y su acceso seguro a la salud (la puerta). Jesús no explota a sus ovejas, está a su servicio, da su vida por ellas, las conoce individualmente con un conocimiento amoroso. Literalmente hablando este discurso simbólico está construido con materiales procedentes del Antiguo Testamento.

En particular se halla presente y subyacente Ez 34 y 37,16ss, donde se encuentra la llave para la comprensión de la metáfora del pastor y del rebaño. Su contenido esencial se centra en que los dirigentes de Israel son falsos pastores. Precisamente por eso son destituidos por el Señor mismo de su ministerio. En su lugar él mismo buscará y cuidará a su rebaño; y pondrá al frente del mismo a un pastor-Mesías de la línea de David. Él librará a su rebaño de todo mal. Así es como lo presenta Ezequiel en la gran visión profética que nos ofrece en Ez 34. La descripción que nos ofrece el evangelio de Juan sobre Jesús como buen pastor pretende afirmar que la promesa de Dios, anunciada por Ezequiel, se cumple en él. El buen pastor es Dios encarnado: Yo mismo iré a buscar a mis ovejas y las reuniré (Ez 34,11); es él quien da su vida por las ovejas, para que éstas tengan la plenitud de la vida (Jn 10,10). El parabolista acentúa como característica del pastor “ideal”, de “el bueno”, el poner la vida. Así se expresa el texto griego. Una fórmula que nunca tiene el sentido de entregarla a la muerte. Si el pastor muriera las ovejas correrían la misma suerte. Quedarían expuestas al peligro mortal del lobo o de otros animales rapaces. Poner la vida significa exponerla, arriesgarla, para defender a aquellos que están sometidos a un peligro mortal. Es “jugarse la vida” para liberar de la muerte a aquellos que están amenazados por ella. Como hizo David que, como pastor “ideal” puso en peligro su vida para defender a las ovejas de su padre (1 Sm 17,34-35).

Aducimos el ejemplo de David porque es una figura mesiánica. Se convierte, en la pluma del evangelista, en el símbolo más claro de Jesús. A esta estructura fundamental subyacente hay que añadir el comentario que hizo de ella la tradición común cristiana. Jesús compara a la gente que le sigue con las ovejas que no tienen pastor (Mc 6,34) o con aquellas a las que les ha sido quitado el que tenían (Mc 14,27). Mateo y Lucas nos cuentan la parábola de la oveja perdida (Mt 18,12-14). La primera carta de Pedro interpreta la imagen con profundidad y belleza singulares (1 Pe 2,25): Cristo como nuestro pastor y guardián.

  1. MEDITA…

¿Qué me dice Dios a través del texto? Atiende a tu interior. A las mociones (movimientos) y emociones que sientes. ¿Algún aspecto te parece dirigido por Dios a tu persona, a tu situación, a alguna de tus dimensiones?

Sugerencias:

 Me estas invitando, Señor, a un nuevo éxodo, a “salir”, a caminar por un “nuevo camino” de liberación continua, a caminar siguiendo tus pasos a fin de tener “vida en abundancia” (v.10).

  • ” El Señor es mi pastor “
  • ” Yo he venido para dar vida “
  1. CONTEMPLA Y REZA…

¿Qué le dices a Dios gracias a este texto? ¿Qué te mueve a decirle? ¿Peticiones, alabanza, acción de gracias, perdón, ayuda, entusiasmo, compromiso? Habla con Dios…

Sugerencias:

  • Llámame, Señor, cuando veas que me extravío y hazme volver de nuevo a Tu Camino.
  1. ACTÚA…

¿A qué te compromete el texto? ¿Qué ha movido la oración en tu interior? ¿Qué enseñanza encuentras? ¿Cómo hacer efectiva esa enseñanza?

  1. COMPARTE…

Si la Lectio se hace en grupo, podéis compartir con sencillez lo que cada uno ha descubierto, para enriquecimiento del grupo.

  1. DA GRACIAS…

Puedes acabar este momento con una oración: expresa a Dios lo que has vivido, dale gracias por lo que te ha manifestado, y pide al Espíritu que te haga pasar de la Palabra a la vida.

 

Gracias, Padre, por lo que me has revelado con esta Palabra,

ayúdame a progresar en el conocimiento de tu Hijo Jesús

y hazme dócil a la acción del Espíritu en mi vida.

 

Fuente (comentarios y sugerencias): http://www.siervas-seglares.org

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