EPN | CICLO C – XXXIV DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO

14 noviembre 2022

Evangelio LC 23,35-43

Narrador: Hoy es la fiesta de Cristo Rey del Universo. Es la historia de un rey que murió crucificado. Un rey que no se parece en nada a los reyes de la tierra. Habla de un rey crucificado y de un reino muy distinto a los reinos de este mundo. Recordemos el momento:

Cuando crucificaron a Jesús, las autoridades y el pueblo se burlaban de él, diciendo:

Autoridades 1: A otros ha salvado, que se salve a él también si de verdad es el Mesías de Dios.

Autoridades 2: Eso es, que se salve a él si es el Mesías de Dios, el Elegido.

Narrador: Se burlaban también de él los soldados, ofreciéndole vinagre y diciendo:

Niños: Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo.

Narrador: Había encima de la Cruz un letrero en escritura griega, latina y hebrea: “ESTE ES EL REY DE LOS JUDÍOS”.

Uno de los malhechores crucificados le insultaba diciendo:

Malhechor 1º: ¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros.

Narrador: Pero el otro malhechor le regañaba.

Malhechor 2º: ¿Ni siquiera tú, estando aquí, tienes miedo de Dios?

Malhechor 1º: Si es Dios… ¿por qué le han condenado como a nosotros?

Malhechor 2º: Nuestra condena es justa, recibimos el pago de lo malo que hicimos, pero éste no ha hecho nada malo.

Narrador: Y dirigiéndose a Jesús le dice:

Malhechor 2º: Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino.

Jesús: Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso.

Los tiempos o momentos difíciles que Jesús anunció a sus amigos, también los vivió él, cuando le persiguieron las autoridades, le traicionaron los amigos, le dejaron solo, y le maltrataron hasta matarle en la cruz, condenado como si fuera un malhechor. Cuando estaba crucificado, algunos le decían con burla: ¡Si tú eres el Rey de los judíos, sálvate a ti mismo! Uno de los crucificados con él, sin embargo le dijo: Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino. Y Jesús le respondió: Hoy estarás conmigo en el paraíso. Te lo aseguro.

Sí, eres mi rey.

No soy el mayor de tus súbditos,

pero eres mi rey.

Desde mi distancia te miro y te siento,

y me llega el calor de tu amor por mí,

la paz que me regalas, el perdón que vuelcas

la vida que me abre tu abrazo que envuelve

mi desconcierto.

Sí, eres mi rey, mi Dios y mi todo.

Vamos a jugar

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