Evangelio Jn 8, 1-11
Narrador: Jesús se fue orar al monte de los Olivos. Pero de madrugada se presentó otra vez en el Templo, y todo el pueblo acudía a él. Entonces se sentó y se puso a enseñarles.
Niño 1: Jesús, ¿qué sucede? Viene hacia aquí mucha gente y traen cara de pocos amigos.
Jesús: No te preocupes. Estos maestros de la ley y fariseos solo quieren que se cumpla la ley y no se fijan en lo que la gente sencilla necesita.
Narrador: Los maestros de la ley y los fariseos le llevan una mujer sorprendida en adulterio, la ponen en medio y le dicen a Jesús:
Fariseo: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida cometiendo el pecado de adulterio. Moisés nos mandó en la Ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices?»
Narrador: Esto lo decían para tentarle, para tener de qué acusarle. Pero Jesús, inclinándose, se puso a escribir con el dedo en la tierra. Pero, como ellos insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo:
Jesús: «Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra.»
Narrador: E inclinándose de nuevo, escribía en la tierra.
Niño 1: Jesús ¿qué sucede? Se están marchando todos. ¡Y me estoy dando cuenta que los que primero se van son los mayores
Narrador: Y Jesús se quedó solo con la mujer, que seguía en medio. Incorporándose, Jesús le dijo:
Jesús: Mujer, ¿dónde están los que te condenaban? ¿Te ha condenado alguien?
Mujer: Nadie, Señor.
Jesús: Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más.
Jesús tuvo enemigos que intentaban dejarle en ridículo y, siempre que podían, le ponían zancadillas, para verle por los suelos. Un día le llevan a una mujer casada a quien pillaron por sorpresa manteniendo relaciones con otro hombre, que no era su marido. Por su mal comportamiento la podían condenar a morir apedreada, según la Ley de Moisés. Y por eso le preguntan a Jesús: ¿Cuál es tu opinión? ¿Qué dices de esto? Y Jesús contestó: El que de vosotros esté sin pecado, que tire la primera piedra contra ella. Nadie dijo nada. Y todos se fueron marchando, poco a poco, hasta quedar solos la mujer y Jesús. Jesús libró a la mujer de morir y además hizo comprender que nadie debe matar a otro pensando que así arregla algo. ¡Qué majo Jesús, que ayudó a la mujer!
Señor,
¡quiero aprender a perdonar!
Dame tus fuerzas y tu perdón.
Dame tu mirada de amor.
Enllaç de video: https://www.youtube.com/watch?v=9PPnWQFwgME