Evangelio Lc 3,10-18
Lucas: ¡Hola! Ya estoy aquí otra vez. ¿Os acordáis de mí?
Niño 1: ¿Y qué nos vas a explicar hoy
Lucas: Una cosa tan solo: que cumpláis con vuestro deber.
Niño 2: O sea, que hagamos caso, que ayudemos a los compañeros…
Lucas: Y como sois amigos de Jesús, también tenéis otros deberes.
Como Juan el Bautista.
Niño 1: ¿Juan Bautista? ¿El que preparaba el camino al Señor?
Lucas: Eso es. Aquí viene, gritando como siempre.
Juan: Soy la voz que grita en el desierto. Preparad el camino del Señor. Allanad los senderos. Preparad el camino al Señor. Preparadle el camino.
Niño1: Pero, ¿cómo podemos hacer lo que nos dices?
Juan.: Convertíos de corazón y cumplid con vuestro deber.
Niño 2: Entonces, ¿qué hacemos?
Juan: El que tenga dos túnicas, que se las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo.
Lucas: Vinieron también a bautizarse unos publicanos.
Publicano: Maestro, ¿qué hacemos nosotros?
Somos publicanos y cobramos impuestos para los romanos.
Juan: No exijáis más de lo establecido.
Militares: ¿Qué hacemos nosotros
Juan: No hagáis extorsión ni os aprovechéis de nadie, sino contentaos con la paga.
Pueblo: ¿Acaso tú eres el Mesías? ¿Quién eres tú para hablarnos así?
Juan: Yo os bautizo con agua; pero viene uno que puede más que yo, y no merezco ni desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con el Espíritu Santo y fuego; tiene en la mano el bieldo para aventar su parva y reunir su trigo en el granero y quemar la paja en una hoguera que no se apaga.
Lucas: Añadiendo otras muchas cosas, exhortaba al pueblo y le anunciaba el Evangelio.
El mismo Juan Bautista que invitaba a todos a preparar el corazón para acoger a Dios, les decía a algunos cómo debían comportarse en situaciones concretas: Compartid de lo que tenéis con quien no tiene y necesita. No hagáis daño ni os aprovechéis de los sencillos y de los indefensos. Después de escuchar este evangelio podemos preguntar a Jesús: ¿cómo podemos preparar el corazón de modo que te acojamos cuando nazcas de nuevo en la próxima Navidad?
Los profetas mantenían encendida
En las tinieblas se encendió la luz,
en el desierto clamó una voz.
Se anuncia una buena noticia:
el Señor va a llegar.
Preparad sus caminos, porque ya se acerca.
Cuando encendemos las tres velas
cada uno de nosotros quiere ser
antorcha tuya para que brilles,
llama para que calientes:
¡ven, Señor, a salvarnos,
envuélvenos en tu luz!