El evangelio de hoy nos relata algo asombroso y admirable. Jesús siente cómo la multitud que le sigue está a punto de desmayarse por el hambre y el cansancio, porque llevaban días sin comer. Y como les hablaba del Reino de Dios, hizo un gesto que les ayudaría a recordar, para siempre, la importancia del COMPARTIR en la construcción de ese Reino. Entre el gentío pudieron reunir cinco panes y dos peces. Y Jesús, dando gracias a Dios, su Padre, le bendijo y mandó a sus discípulos repartir, entre todos, lo poco que tenían. Comieron de sobra. Cuando se comparte lo que se tiene, a nadie le falta lo necesario. Es un milagro.
Señor, tal vez no tenga muchas cosas para dar,
pero he recibido muchos dones
para compartir con los demás.
Enséñame a compartir
lo que soy y lo que tengo.
Que no me apegue
a mis cosas y me las guarde,
sino que aprenda a ofrecerlas,
Jesús, cambia mi corazón
y que comparta lo que tengo
porque dando se recibe
y compartiendo se descubre
tu presencia en nuestro corazón.
Vamos a jugar

Pinta el dibujo
