MC 9, 30-37
NARRADOR: En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos. Les decía:
JESÚS: El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres y lo matarán; y después de muerto, a los tres días resucitará.
NARRADOR: Pero no entendían lo que decía, y les daba miedo preguntarle.
DISCÍPULO 1: Lo que nos está diciendo el Maestro no lo entiendo, pero no me atrevo a decirle nada.
DISCÍPULO 2: Sabéis, ¿quién será el más importante entre nosotros para el Maestro?
DISCÍPULO 1: No lo sé, pero cualquiera le pregunta nada ahora…
NARRADOR: Llegaron a Cafarnaúm, y una vez en casa, les pregunto.
JESÚS: ¿De qué discutíais por el camino?
NARRADOR: Ellos callaban, pues por el camino habían discutido quién era el más importante. Jesús se sentó, llamó a los doce y les dijo.
JESÚS: Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos.
DISCÍPULO 1: Ahora sí que ya no entiendo nada.
NARRADOR: Y tomando un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo.
JESÚS: El que acoge a un niño como este en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, no me acoge a mí, sino al que me ha enviado.
Las mismas aspiraciones que tenemos hoy de ser importantes, admirados y los primeros, tenían los primeros amigos de Jesús. Y El con enorme paciencia les decía una y otra vez: “Quien quiera ser el primero y el más importante entre vosotros, que se haga servidor de todos”.
Tan importante como un niño
que poco aspira y no se nota,
que nada tiene y poco importa,
el que por nadie es distinguido,
que no pretende vedetismo
ni ser el centro que alborota;
así es aquel que no acogota,
ni pretende perfecto aliño,
de pecado, es como lampiño,
trata bien a su compatriota,
al extranjero no lo explota
y expresa a todos su cariño.
Ese es un infante para Cristo,
humildad es lo que de él brota;
Dios le librará de la derrota
y al Padre verán sus ojitos.