También entre los seguidores de Jesús había algunos avariciosos que querían estar al lado de Jesús en los sitios de poder. Por ejemplo Santiago y Juan, como nos dice el evangelio. Pero Jesús les ayuda a dejar poco a poco esas intenciones y a acoger otras mejores que ocupen su corazón, compartir con él la vida, estar juntos en todo momento, ayudarse en situaciones difíciles, apoyarse cuando estén tristes y sobre todo, entregar la vida por lo demás.
Señor Jesús, para poder servirte mejor,
dame un noble corazón,
un corazón fuerte
para aspirar por los altos ideales
y no por opciones mediocres.
Un corazón generoso en el trabajo,
viendo en él, no una imposición,
sino una misión que me confías.
Un corazón grande para el sufrimiento,
siendo valiente ante mi propia cruz
y sensible cireneo para la cruz de los demás.
Un corazón grande para con el mundo,
siendo comprensivo con sus fragilidades
pero inmune a sus máximas y seducciones.
Un corazón grande para los hombres,
leal y atento para con todos,
pero especialmente servicial y delicado
con los pequeños y humildes.
Un corazón nunca centrado sobre mí,
siempre apoyado en ti,
feliz de servirte y servir a mis hermanos,
¡oh, mi Señor!
todos los días de mi vida.
Vamos a jugar

Pinta el dibujo
