Evangelio Mt 20,20-28
NARRADOR: En aquel tiempo, se acercó a Jesús la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos y se postró para hacerle una petición. Él le preguntó:
JESÚS: ¿Qué deseas?
MADRE: Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda
APOSTOL 1: Sí, claro ¿por qué sus hijos?
JESÚS: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber?
HIJOS: Podemos.
JESÚS: Mi cáliz lo beberéis; pero sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre.
APOSTOL 2: ¿Pero por qué quieren ser más que nadie? ¿Se creen los mejores?
NARRADOR: Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra los dos hermanos. Y llamándolos, Jesús les dijo:
JESÚS: Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo.
Igual que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos.
Dos de los discípulos de Jesús le pidieron ser los más importantes, querían tener el poder y la fuerza.
Entonces Jesús les dice que él ha venido a servir y no a ser servido. Que el poder y la influencia que quieren no es lo que van a tener.
Señor,
muchas veces no te entiendo y te pido cosas solo para mí,
cosas que no son importantes, y después me doy cuenta
que hay otras más importantes que son las que debería pedir,
no buscar ser el mejor, ayudar a los demás para que consigan cosas mejores.
Ese es el verdadero tesoro.