Jesús era tan bueno y listo, que la gente de su pueblo se asombraba de lo que decía y hacía. Pero desconfiaban de él. Pensaban que era algo malo lo que les daba esos poderes, en vez de su Padre Dios, a quien Jesús obedecía. Jesús tenía pena de que la gente de su pueblo no confiara en él.
Señor, muchas veces tengo envidia,
no deja salir mis buenos deseos y
no me deja dar cada vez más amor;
debo comprender y aceptar las cosas buenas y malas,
mías y de las otras personas, llevar bien que mis amigos
puedan hacer las cosas mejor que yo
para que en mí crezca el amor y Tú estés presente.
Vamos a jugar
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Pinta el dibujo
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