Narrador: En aquel tiempo se apareció Jesús a los discípulos y les dijo:
Jesús: Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a todos.
Discípulo 1: Señor, ¿y qué pasará con el que crea y se bautice?
Jesús: Que se salvará.
Discípulo 2: ¿Y el que no quiera creer?
Jesús: Él que no quiera salvarse, no se salvará.
Discípulo 1: ¿Qué señales acompañarán a los que crean?
Jesús: Muchas, muchas señales.
Discípulo 2: ¡Dinos qué señales!
Jesús: Harán milagros en mi nombre.
Discípulo 1: ¿Qué más cosas harán, Maestro?
Jesús: Hablarán lenguas nuevas… y harán cosas maravillosas.
Discípulo 2: ¿Y podrán curar a todos los enfermos?
Jesús: Sí, pondrán sus manos encima a los enfermos y quedarán sanos.
Discípulo 1: ¡Qué estupendo, Maestro! ¡Será una pasada! ¿Y esto lo podremos hacer todos los que te hemos conocido?
Jesús: Esto lo podrán hacer… ¡todos los que creen en Jesús!
Narrador: Dicho esto, el Señor Jesús subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios Padre. Y los discípulos se fueron a proclamar el Evangelio.
Discípulo 2: ¡El Señor vino a salvarnos! Jesús murió, pero ¡ha resucitado!, ¡convertíos! ¡Creed la Buena Noticia!
Narrador: Y el Señor actuaba con ellos y confirmaba la Palabra con los signos que los acompañaban.
De este modo, a través de sus amigos, Jesús se fue dando a conocer.
Luego él regresó junto a su Padre Dios. A ese momento le llamamos la Ascensión de Jesús al cielo
Tú nos has confiado la construcción de nuestro mundo,
que es también tu Reino.
Quieres que nos hagamos responsables
y nos pides que seamos
activos y creadores.
Gracias por la confianza que nos manifiestas;
ayúdanos a producir
frutos abundantes para bien
de nuestros hermanos,
y para que vaya siendo realidad
tu Reino, aquí en la tierra
como lo es en el cielo