NARRADOR: El primer día de la semana, María la Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Echó a correr y fue donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo:
MARÍA MAGDALENA: Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.
NARRADOR: Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; e, inclinándose, vio los lienzos tendidos; pero no entró:
NIÑO: ¿Por qué no entro? ¿a quién esperaba?
NARRADOR: Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio los lienzos tendidos y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.
Hoy todo el mundo está alegre y feliz.
Porque Tú has vencido a la muerte;
Tú has resucitado y abierto
el camino de la vida.
¡Gracias, Padre,
porque has resucitado a Tu hijo, Jesús!
Gracias, Jesús,
porque los que creemos en Ti
también un día resucitaremos contigo
y viviremos para siempre.
Nos alegramos con María, tu madre
y nuestra madre, madre de todos