Evangelio Mt 13, 44-52
NARRADOR: En aquel tiempo dijo Jesús a la gente:
JESÚS: El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra, lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo.
DISCÍPULO 1: Maestro, ¿el tesoro se lo encuentran sin buscarlo?
DISCÍPULO 2: Pero hombre, vaya tontería. Si lo encuentras, quiere decir que lo estás buscando. Si no buscas, no encuentras, ¿entiendes?
JESÚS: El reino de los cielos se parece también a un comerciante de perlas finas, que al encontrar una de gran valor se va a vender todo lo que tiene y la compra.
El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran. Lo mismo sucederá al final de los tiempos: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno de fuego. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.
DISCÍPULO 1: Creo que lo entiendo.
JESÚS: Pues bien, un escriba que se ha hecho discípulo del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando de su tesoro lo nuevo y lo antiguo.
DISCÍPULO 1: ¿Quieres decirnos que el reino de Dios es el mayor de nuestros tesoros?
DISCÍPULO 2: Veo que sigues sin enterarte. También nos quiere decir que debemos hacer un gran esfuerzo para ponernos en relación con él.