Evangelio Mt 17, 1-9
NARRADOR: En aquel tiempo Jesús se encontraba rodeado de sus discípulos y de mucha gente que había venido de lugares vecinos a escucharle. Cuando acabó de hablarles, Jesús se levantó
JESÚS: ¡Pedro, Santiago, Juan, venid conmigo!
PEDRO: ¿Qué quieres, Maestro? ¿Dónde tenemos que ir?
JESÚS: Pienso que es un buen día para subir al monte Tabor.
JUAN: ¡Estupendo! El panorama desde allí resulta impresionante.
SANTIAGO: ¡Vamos ya! Hace tiempo que no subo al Tabor.
NARRADOR: Cuando llegaron a la cima, Jesús se transfiguró delante de ellos. Su rostro resplandecía como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. Entonces aparecieron Moisés y Elías que comenzaron a hablar con él. Los discípulos no entendían nada de lo que hablaban.
JUAN: Señor… ¡Qué hermoso es estar aquí!
SANTIAGO: Es verdad, Jesús. Ahora vemos lo importante que eres.
PEDRO: Maestro, si quieres haremos tres cabañas: Una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.
NARRADOR: Todavía estaba hablando, cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra. Y una voz desde la nube decía:
VOZ: Este es mi Hijo amado, el escogido. ¡Escuchadlo!
NARRADOR: Al oírlo, los discípulos miraron a todos lados y no vieron a nadie más que a Jesús solo con ellos.
JESÚS: Levantaos. No tengáis miedo. Vámonos ya junto a todos. Es hora de regresar.
NARRADOR: Los discípulos no acertaban a entender lo que había pasado. Y pensaban en la cara de incredulidad que pondrían sus compañeros, cuando les contaran lo que había pasado. ¡Se van a quedar de piedra!
JESÚS: No contéis a nadie lo que habéis visto hasta que el Hijo del Hombre resucite de entre los muertos.
Un día Jesús compartió con sus amigos un secreto, los llevó a una montaña alta y se lleno de luz, mientras hablaba con Moisés y Elías, una voz decía: «Este es mi Hijo amado. Escuchadle». Esto ocurrió para darles ánimos, de tal modo que cuando le vieran morir en la cruz no perdieran la esperanza del todo y recordaran lo que pasó en ese monte, cuando él se les apareció revestido de luz.
Señor,
ayúdanos a estar dispuestos a arrancar
y quitar del corazón y de la mente
todo aquello que nos dificulta
para poder “transfigurarnos”
y seguir como amigos de Jesús.