Encontrar a Dios en los signos de la vida cotidiana es un deseo profundo del corazón del cristiano

26 febrero 2018

Como siempre, los hermanos y aspirantes se encontraban el sábado por la mañana, la alegría del encuentro y la acogida fraterna, la preocupación por los hermanos que no han podido asistir, las noticias y novedades de cada centro local…son signos de que somos familia.

Guiados por el vicario inspectorial, Ángel Asurmendi, los ejercicios espirituales han tratado de aportar luz a las dificultades que nos encontramos al querer reconocer a Dios en los acontecimientos de la vida diaria. Y esto es porque muchas veces buscamos la experiencia de Dios en nuestro particular Monte Tabor y nuestros miedos, agobios diarios, ajetreos y egoísmos nos impiden ver que camina con nosotros, en las alegrías diarias por las que tenemos que mostrar un actitud de agradecimiento.

Es en esta actitud donde nos resultará más sencillo comprobar como se hace el encontradizo como con los discípulos camino de Emaús y nos mete la mano en el costado como a Tomás diciéndonos también que seamos creyentes y no incrédulos.

Escuchar a los otros, el discernimiento y la pregunta contínua por Dios, la gratuidad y el amor a los pobres serán las ventanas por las que Dios se cuela en nuestra vida a pesar de que muchas veces nos encerramos como los discípulos por miedo a los judíos.

Ha sido un fin de semana intenso, de experiencia de espíritu de familia, enriquecedor en los momentos de grupo.Ha habido tiempo de disfrutar de la naturaleza, de momentos de oración y paz. Nos hemos inspirado unos a otros, animado y acompañado como hermanos, hemos podido celebrar el perdón de Dios y la gran fiesta de la eucaristía, renovando nuestra Promesa con actitud de acción de gracias por nuestra vocación.

Los participantes agradecen al vicario que haya iluminado dinámicas de vida que les ayuden a encontrar la experiencia de Dios en la vida de cada día.

 

También te puede interesar…

Retrato de familia

Retrato de familia

Justo antes de subir al comedor, todos los participantes en el Capítulo posaron para la posteridad: el grupo era tan numeroso que costaba colocarse en los escalones de la antigua iglesia del Teologado de Martí Codolar. Fue el momento más...