Regresar después de 5 años a una ciudad devastada por la guerra, reunirse con amigos y empleados, dándose cuenta de lo mucho que aún queda trabajo por hacer y cuánto tiempo perdido a causa de la guerra innecesaria, y sobre todo; empezar a trabajar para relanzar la misión. Una realidad experimentada por tres Hijas de María Auxiliadora y la Inspectora de Medio Oriente, Sor Lina Abou Naoum, que después de siete largos años, han podido revivir los tiempos de Alepo.
Fueron recibidas por los salesianos de Alepo con la presencia del Director el salesiano George Fattal, quien ofreció un almuerzo y alimentos en abundancia para la antigua casa de Alepo. También han sido recibidas por los “Los Caballeros de Malta”, copropietarios de la casa, con quienes estudiaron las posibilidades de restauración del edificio y las actividades para continuar la misión. Han sido acogidos por los sacerdotes Melquitas de la Iglesia dedicada a Santa Teresita del Niño Jesús, por el P. Bassam Ashaji y el P. Joseph Katat, que han ofrecido su colaboración y las han animado a regresar; por el Obispo de rito latino de Siria, Monseñor George Abou Khazen que las ha bendecido, y muchos otros amigos y amigas, entre las cuales las Hermanas de la Madre Teresa de Calcuta, que han participado en la Eucaristía presidida por el Obispo, las Hermanas de San José, las Hermanas del Hospital San Louis, las Hermanas Carmelitas, las Hermanas Armenias, mujeres, jóvenes y vecinos.
Alepo va renaciendo a la vida. La realidad es dura. La destrucción es casi total en una buena parte de la ciudad. Ha habido millares de muertos, además de los desaparecidos, los huérfanos y los que han tenido que huir. Se calcula en 1500 las fincas destruidas y saqueadas. A día de hoy, se puede disponer de agua, tras un período de restricciones, pero no de electricidad, a la que sólo se puede acceder una hora al día, y durante la noche.
Será muy arduo el regreso para los habitantes de Alepo por la inseguridad de las carreteras que conducen a la ciudad. Hay que hacer kilómetros por caminos estrechos, atravesando pueblos abandonados y destruidos, en medio de una gran extensión de terrenos ocupados por el ISIS o por grupos de la Oposición al régimen de Hassad.
La casa de las Hermanas está llena de polvo. Las tuberías de agua se encuentran rotas y oxidadas, las paredes y el pavimento deshechos. Hay que reponer cristales y ventanas, a pesar de que la casa está custodiada por los jóvenes y por un médico que se ha ofrecido a tenerla bajo vigilancia.
Durante la novena de María Auxiliadora el sueño se ha hecho realidad, y se ha confiado a la Virgen de Fátima la oración por la Paz y el regreso de las Hermanas a Alepo, para que la misión vuelva a florecer.