“Hablamos de lo que quieren que hablemos los medios”. Esta afirmación puede parecer exagerada pero no lo es tanto si nos acercamos a la sala de máquinas en las que funcionan a toda marcha los mecanismos de producción de las informaciones producidas por los medios de masas y también –en menor medida- por los medios sociales. Nos referimos, pues, a la televisión, a la radio, a la prensa escrita y a internet con sus portales y redes sociales.
Consideremos solo el análisis de la información deportiva actual en los noticiarios de las cadenas generalistas de ámbito estatal, por ejemplo, La 1 de RTVE: las informaciones que allí aparecen en los largos minutos de esa sección han superado varios filtros en el proceso de producción, redacción y edición antes de llegar a la pantalla, sea esta la del televisor familiar, la del ordenador, tableta o móvil.
Los encargados de determinar lo que ha de emitirse o no en formato noticia, crónica u opinión o una mezcla de las tres, elaboran un relato interesado en el que, de entrada, dejan en la cuneta cualquier información sobre deportes considerados minoritarios; es más, ante la necesidad de conseguir sea como sea audiencias superiores a los canales de la competencia, componen la información deportiva como un relato épico centrado en el deporte rey, el fútbol, y dejando solo mendrugos de tiempo para un par de deportes más, tratados de forma sumaria, despachados en muy pocos minutos, en especial si la cadena no ha apostado por ese deporte comprando sus derechos de emisión y dedicando recursos en las transmisiones en directo. Que se lo pregunten al balonmano, por ejemplo.
Que el fútbol profesional goza del seguimiento mayoritario y por lo tanto de las mayores audiencias, es innegable en nuestro país. Pero ello no impide una total desproporción informativa incluso desde la lógica de la competición deportiva: solo priman los intereses de las dos potencias futbolísticas patrias y de un esforzado tercero en discordia, como máximo. El resto es tropa.
El punto de vista en esta información deportiva de noticiario está condicionado por el peso económico, no solo deportivo, de estos clubes, que sirven perfectamente para alimentar el conflicto eterno de protagonista – antagonista con el que se construye un relato con su propia estética, ritmo, rotulación y música; un relato que marcará indefectiblemente la agenda de las conversaciones, una parte importante de la opinión pública.
En esta lógica perversa, el balón y los goles pasan a ser asuntos secundarios, cuando todos los amantes del fútbol sabemos que son su esencia. Los presentadores se dedican a que sepamos cada detalle de las llegadas de los equipos estrellas a los hoteles de lujo en los que se alojan, los cambios de atuendo, las comparativas entre sus máximos goleadores o las pomposas firmas de contratos cuando no los interminables tiki-takas de los entrenamientos de estos equipos.
Así las cosas, los resúmenes de los partidos pasan a un segundo plano; los rivales de los grandes se convierten en simples comparsas que cumplen humildemente su deber, preferiblemente si son goleados sin piedad.
Un entramado espeso de intereses comerciales multinacionales retroalimentados por la tiranía de las audiencias ha acabado malhiriendo aquí y ahora el periodismo deportivo de los medios de alcance nacional y difuminan, cuando no anulan, el papel de todo periodista, también el deportivo: informar con la máxima objetividad, sirviendo a la verdad, con independencia, con honestidad, jerarquizando la importancia de las informaciones, al servicio del bien público.
Si, de entrada, los periodistas de los grandes medios de comunicación de nuestro país adoptan el punto de vista de los grupos de poder, marcarán la agenda temática de la opinión pública y colaborarán en la difusión de informaciones parciales y sesgadas al servicio del espectáculo.
Conocer algo de estos mecanismos de producción de sentido nos ayudará al menos a ser unos destinatarios de la información más críticos y menos maleables y a contra actuar en la medida de nuestras posibilidades, ahora que ello es más posible que nunca.
Que no todo en la información deportiva va a ser preparar el “clásico” de diciembre. Hay más vida en el deporte, incluso con el balón de invierno.
Josep Lluís Burguera
Delegado de Comunicación