En el día en que la Iglesia celebraba la memoria de San Francisco de Asís, y tal como él mismo había anunciado su deseo de visitar a las víctimas del terremoto en Italia, el Papa Francisco visitó el pasado martes 4 de octubre la ciudad de Amatrice para mostrar su cercanía concreta a las víctimas de este desastre natural ocurrido el pasado mes de agosto.
El Santo Padre llegó a Amatrice por la mañana “para visitar la población devastada por el terremoto del pasado 24 de agosto”, según informó la Oficina de Prensa de la Santa Sede.
El Papa es acompañado por el Obispo de Rieti, monseñor Domenico Pompili, quien trabajó muchos años en la Conferencia Episcopal Italiana (CEI) en el ámbito de la comunicación.
El Obispo de Roma visitó en primer lugar una escuela y después fue a la “zona roja” de esta pequeña ciudad, que está cerrada a la población por motivos de seguridad.
Precisamente el pasado domingo 2 de octubre durante la rueda de prensa con los periodistas en el vuelo de regreso de su viaje en Azerbaiyán, el Papa Francisco había reafirmado su deseo de realizar esta visita, pero no anunció la fecha, ya que él deseaba realizarla “solo, como sacerdote, como Obispo como Papa”.
“Me han propuesto tres fechas posibles. Dos son números, no recuerdo bien; la tercera, la recuerdo bien, es el primer domingo de Adviento. Yo he dicho que al regreso elegiré la fecha. Hay tres: debo elegir. Y la haré en privado, solo, como sacerdote, como Obispo, como Papa. Pero solo. Así quiero hacerla. Y quisiera estar cercano a la gente. Pero no sé todavía cómo”.
Previamente, el Papa Francisco expresó su cercanía a la gente que sufrió este terremoto -y lo hizo cuatro días después que ocurrió esta calamidad- durante el rezo del Ángelus del 28 de agosto:
“Deseo renovar mi cercanía espiritual a los habitantes de [las regiones italianas] del Lazio, las Marcas y Umbría, muy afectados por el terremoto de estos días. Pienso en particular en las personas de Amatrice, Accumoli, Arquata del Tronto, Norcia. Una vez más les digo a esas queridas poblaciones que la Iglesia comparte su sufrimiento y sus preocupaciones, reza por los muertos y por los sobrevivientes. La atención con la que las autoridades, las fuerzas de seguridad, protección civil y voluntarios están actuando, demuestra cuán importante es la solidaridad para superar pruebas tan dolorosas”.
“Queridos hermanos y hermanas, tan pronto como sea posible también yo espero ir a su encuentro, para llevarles en persona el conforto de la fe, el abrazo de padre y hermano, y el apoyo de la esperanza cristiana. Recemos por estos hermanos y hermanas todos juntos: Ave María…"”.