En la homilía de la misa de la Fiesta de la Presentación, el Papa se refirió a la misma y anunció a los religiosos un mensaje. “Lo primero – recordó el Santo Padre – es que Jesús viene a nosotros y los consagrados vamos a su encuentro, estamos llamados ante todo; a ser hombres y mujeres del encuentro".
"¡Vayan adelante! Cada uno de nosotros tiene un lugar, tiene un trabajo en la Iglesia. Por favor, no se olvide de la primera vocación, la primera llamada. Hagan memoria. Y con ese amor con el cual fueron llamados, hoy el Señor sigue llamándolos”.
Señaló que Jesús no ha obrado la salvación desde lo externo. Jesús no ha querido dejar fuera nuestro pecado, ha querido compartir nuestra propia vida, en consecuencia; los religiosos y las religiosas están llamados a "ser un signo concreto y profética de esta cercanía de Dios" al pueblo.
Instó a ser "guardianes del asombro" hacia la acción del Espíritu, con el mismo espíritu de maravillarse que tenía María y José cuando se decían cosas sobre Jesús.
Finalmente, el Santo Padre invitó a los religiosos y religiosas a vivir en la “gratitud del encuentro con Jesús por el regalo de la vocación a la vida consagrada, actitud que se vive en la Eucaristía, la verdadera "acción de gracias" y el centro de la vida espiritual de todos los cristianos y especialmente de los consagrados.