Guerrero llega a uno de los puestos más influyentes dentro de la Iglesia católica con un amplio y solvente bagaje a sus espaldas. Licenciado en Economía, Teología y Filosofía y Letras en diversas universidades estatales y eclesiásticas de España y América Latina y con estudios de doctorado en Filosofía política en el Boston College de Estados Unidos, fue entre 2008 y 2014 el máximo responsable de la Compañía de Jesús en España. Estuvo por tanto al frente de una institución que cuenta en nuestro país con 600 religiosos, 18 escuelas y tres universidades, entre otros organismos.
Su gran preocupación por los más desfavorecidos, que plasmó en el libro ‘Vidas que sobran. Los excluidos de un mundo en quiebra’ (Sal Terrae), escrito junto a Daniel Izuzquiza, le llevó a pedir a sus superiores que le enviaran a algún país de misión cuando concluyó sus responsabilidades en España. Se trasladó por tanto a Mozambique, donde ejerció de ecónomo y coordinador de proyectos y captación de fondos entre 2015 y 2017.
No se quedó más tiempo en el país africano porque Sosa, elegido para liderar la Compañía de Jesús en octubre de 2016, le reclamó para que se hiciera cargo de las casas y obras interprovinciales de esta congregación en Roma. Además de unos 360 religiosos de más de 60 países diferentes, han estado bajo su responsabilidad estos dos últimos años instituciones tan importantes para los jesuitas como la Pontificia Universidad Gregoriana o la prestigiosa revista ‘La Civiltà Cattolica’.
Guerrero es el único sacerdote de una conocida familia de Mérida formada por cuatro hermanos (tres varones y una mujer) y los dos padres, ya nonagenarios. Junto a sus amigos y compañeros jesuitas, ellos serán probablemente su principal sostén emocional a la hora de desarrollar la compleja tarea que el Papa ha puesto en sus manos: imponer la transparencia y el equilibrio en las finanzas vaticanas para que dejen así de ser una continua fuente de escándalos y dolores de cabeza para la Iglesia católica.