En este mes de diciembre ha comenzad a nivel inspectorial una experiencia intensa y atrevida: una propuesta de formación para educadoras y educadores salesianos que quieran embarcarse en la tarea de “acompañar” a jóvenes (un “acompañar” entendido como “vocación” específica en la comunidad cristiana, en el seno de la CEP –en la Escritura, en el episodio de los de Emaús, aparece ese Jesús compañero de camino, que se hace el encontradizo y acompaña la vida y la experiencia de aquellos caminantes: es el pasaje referencial que nos remite a este compromiso por hacernos compañeros en el camino de nuestros jóvenes-).
Para este curso, varios se han sentido enviados a participar de esta oferta: en el grupo inicial, de quince voluntarios, hay gente de las Casas de Cabezo, Valencia, Elche, Burriana y Zaragoza. Una experiencia que pretende despertar esa inquietud por el acompañamiento educativo-pastoral en adolescentes y jóvenes, descubriendo la necesidad de acompañar y ser acompañados a nivel personal-vital (es una dimensión clave, contemplada en nuestros documentos clave de Pastoral, tanto en el cuadro de referencia –capítulo V, que trata sobre la identidad de la CEP- como en el Itinerario de Educación en la Fe –ya que el acompañamiento es uno de los momentos de intervención privilegiados en el camino de interiorización de la fe-).
En el curso, secuenciado en cinco sábados intensivos, también se quieren facilitar herramientas prácticas y alentar las actitudes básicas para animar la experiencia religiosa y creyente en el entramado de la vida. En la primera sesión, la presencia de Fernando Miranda y de Segundo García fue un regalo para introducir los fundamentos del curso, que se adivina intenso, interesante. Pero sobre todo, será, seguro que sí, oportunidad para compartir experiencias, interrogantes, y para sorprenderse por la aventura de encontrarnos con Él en la vida de aquellos a quienes somos enviados, de aquellos en los que actúa y salva el Único que acompaña de verdad, Jesús, el Señor.