“Quiero dar fe de esta alegría del Evangelio y ser portador de la ternura y del amor de Dios”. Esta es la finalidad que persigue el Papa Francisco en viaje a América Latina hasta el 13 julio con las visitas a Ecuador, Bolivia y Paraguay.
El Papa Francisco llegó a Ecuador el pasado 6 de julio con la recepción de las autoridades del Estado y de la Iglesia ecuatoriana junto a jóvenes de diferentes etnias. Tras los saludos protocolarios el Santo Padre rompió el protocolo y bendijo a cada uno de los jóvenes que estaban presentes en el aeropuerto.
El presidente de la República, Rafael Correa, en nombre de los ecuatorianos le dio una calurosa bienvenida. El Santo Padre agradeció las muestras de cariño y recordó que había visitado Ecuador anteriormente. "Comienzo con ilusión y esperanza los días que tenemos por delante", dijo el Papa, para invitar posteriormente a encontrar en el evangelio las claves para enfrentarse al desafío actual.
Miembros de la familia salesiana se organizaron para unirse a miles de personas en las diferentes calles para dar la bienvenida al Santo padre. Entre ellos cientos de jóvenes se ofrecieron como voluntarios para apoyar a la Iglesia ecuatoriana en la organización de esta esperada visita.
Al final de la noche se escuchaba a una multitud gritar el nombre del Santo Padre que salió de la Nunciatura para saludar y rezar un Ave María para posteriormente despedirse e ir a descansar.
Durante la madrugada el Papa partió hacia Guayaquil para llegar a las 9:35 y ser recibido por cientos de feligreses en los alrededores del Santuario del Señor de la Divina Misericordia y del Parque Los Samanes. Entre ellos muchos jóvenes de los colegios salesianos de la ciudad y miembros de la Familia Salesiana que viajaron de varias ciudades del país como Cuenca y Macas. En la Eucaristía del Papa en Guayaquil, resaltó la importancia de “recuperar el gozo de la familia”.
Su primera Eucaristía estuvo marcada por numerosas demostraciones de agradecimiento y devoción. Durante su homilía dijo que “la familia constituye la gran riqueza social que otras instituciones no pueden sustituir, que debe ser ayudada y potenciada para no perder nunca el justo sentido de los servicios que la sociedad presta a los ciudadanos”.
Además, hizo referencia a las Bodas de Caná, cuando Jesús hace el milagro de convertir el agua en vino y añadió: “las bodas de Caná se repiten con cada generación, con cada familia, con cada uno de nosotros y nuestros intentos por hacer que nuestro corazón logre asentarse en amores duraderos, fecundos y alegres”. También aprovechó este relato bíblico para resaltar la figura de María, madre de Jesús, mujer abnegada y solidaria.
Tras la misa, el sumo pontífice almorzó en el colegio Javier de la Compañía de Jesús, que conoce bien desde sus tiempos en Buenos Aires y donde tiene un amigo que no veía desde hace 30 años, el jesuita español Francisco Cortés García, conocido como padre Paquito, de 91 años.
Tras ese encuentro el Papa regresó a Quito donde ofreció una visita de cortesía al jefe de Estado, Rafael Correa, en el palacio de Carondelet, sede del Ejecutivo, situado en el centro histórico, catalogado en 1978 como Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco.