La llegada…
El 18 de agosto de este verano, 30 chicos y chicas llegábamos a Castellnou de Bages, para empezar una de las últimas aventuras que un adolescente puede realizar en su Centro Juvenil: el curso de monitor/a en el temps de lleure con la finalidad de aprender la parte más teórica de este proceso en 10 días, todo un reto personal.
Esta historia ya había empezado por el camino; en el autocar las canciones ya sonaban al salir de la Ciudad Condal y de Sabadell. Nada más llegar, las bienvenidas y los primeros abrazos se hicieron notar, era evidente los que conocíamos el terreno y los que no. Nos instalamos en las habitaciones e hicimos un pequeño tour por el pueblo para los más desorientados ya que sería nuestra casa por un tiempo. Durante el día las presentaciones personales dieron mucho de si y el ambiente fue mejorando poco a poco, hasta la primera clase.
Esto empieza…
El horario apretado y calculado a cada minuto, se debía seguir al pie de letra, sino las cosas no funcionarían a su tiempo. Por la mañana había la opción de hacer oración, el desayuno, las tareas correspondientes como fregar platos y demás y directos a clase. Descanso para coger fuerzas y otra vez a estar atentos al profesor/a. Al final de la mañana era de agradecer el rato de piscina, la comida y el tiempo de siesta, eso si, hasta las 16. Vuelta a las clases hasta las 20 de la noche, la cena y más clase hasta las 00:00, cuando no tocaba alguna que otra actividad, como un gran juego o salir de excursión y dormir debajo de un granero.
Los primeros días nos costó coger la dinámica de todo lo que teníamos que hacer pero a todo lo bueno es fácil acostumbrarse, así que enseguida estábamos unidos al clima de trabajo. A cada aviso del día oíamos la sintonía, esa canción que a lo largo del curso oyes más de 120 veces pero que crea un eco de recuerdos tan grande que al llegar a casa no puedes evitar oír otras 120 veces más.
Hemos tenido clases realmente útiles para nuestra tarea de educadores, porque si una cosa nos llevamos del curso, es que con nuestro pequeño trabajo también podemos mejorar el mundo para nuestros niños y niñas. Desde una clase de Sociología, pasando por la Psicología y Educar en la fe hasta las de Animación o las del Sistema Preventivo de nuestro fundador. Nos hemos esforzado mucho en cada una de las actividades de clase.
Don Bosco cien por cien presente…
Durante todos los días el espíritu de Don Bosco ha estado presente, en cada gesto de cariño entre nosotros con el Equipo 0 con los profesores o con los cocineros, en cada canción en el comedor, en cada pensamiento hacia nuestros centros, en cada baile… ese estilo de vida que nos mueve hacia un mismo objetivo y nos une tanto que somos una gran familia para todo aquel que se quiera unir.
También hemos tenido tiempo para las chorradas, para los chistes, para las bromas todo desde el más profundo afecto. Y las visitas… que seria de nosotros sin las visitas! Tuvimos la suerte de recibir a muchos Directores y Titulares de nuestros respectivos centros y la que nos pillo más de sorpresa… la de nuestro querido Inspector Mayor, Cristóbal López. Nos dio mucha fuerza y nos agradeció que dedicásemos nuestro tiempo de verano a estar allí. Siempre se agradecen visitas así, que te alimentan de fuerzas y de ego.
Crecimiento personal…
De este tipo de experiencias se crece mucho personalmente y se tienen mil y una anécdotas que siempre hacen que todo sea más especial. Sin darnos cuenta llegaron nuestras últimas horas de curso, nuestras últimas horas de convivencia y decidimos hacer del último día una gran fiesta mayor, con su gran eucaristía, una gran cena en la plaza del ayuntamiento y con una noche que se vivió con gran intensidad, alegría y porque no, un poco de tristeza.
De esa última noche también nos llevamos un trocito de cielo, ese cielo de Castellnou repleto de estrellas y de sueños.
Agradecida…
Solo me queda agradecer a la Federación, al Mundo Salesiano y a todos los que forman parte de ello, de parte de todos mis compañeros y mía, el que se nos dé esta oportunidad de poder crecer como personas, porque nunca se deja de crecer; de darnos ese punto de confianza como hacía Don Bosco con los suyos. De hacernos sentir acompañados por nuestros tutores en nuestra labor durante los 10 días, de ver que hay más personas que dedican su tiempo a los demás como tú y que no todo siempre es fácil y el permitirnos dejar que nuestros sentimientos más profundos puedan salir e invadir cada rincón de nuestra persona y los que nos rodean. Simplemente de hacernos sentir que formamos parte de algo que esperemos que nunca deje de existir! Y ojalá que muchos más jóvenes puedan vivir y sentir lo que nosotros en estos días!
A mis compañeros de Sant Andreu, Valencia, Sant Boi, Badalona, Sarrià, Sabadell, Menorca, Huesca, Meridiana y Rocafort.
Gracias.