Cuando el Papa Francisco fue interpelado acerca de lo que se esperaba hoy de los consagrados, respondió con la expresión: “despertar al mundo”. “Ésta resulta, por tanto, la tarea principal en este momento histórico, en la víspera del año eclesial dedicado a la vida consagrada”, afirmó don Pascual Chávez. De cara a la sociedad y en un contexto cultural que más fácilmente percibe a los consagrados como “trabajadores sociales”, se hace más urgente el objetivo de ser “testigos de la radicalidad evangélica”.
Don Pascual Chávez también recordó los desafíos y riesgos que hoy implican a la vida consagrada, a un ritmo tan rápido que no parece dejar espacio y tiempo para una adecuada reflexión, generando una fragmentación, fragilidad y exposición a la manipulación de poderes anónimos. Consagrados y laicos juntos están llamados a una renovada alianza y colaboración “para recuperar la dimensión espiritual de la vida cristiana”.
“No me preocupa la crisis actual de la Iglesia y de la vida consagrada. De lo que tengo miedo es de una vida cristiana y consagrada insignificante; y si el cristiano no significa nada, no tiene nada que decir; no molesta a nadie, cuando no es espiritual” precisó don Pascual Chávez. “Tenemos que subir la apuesta y apostar por la claridad, decir abiertamente lo que somos, lo que queremos y lo que pedimos, sin atenuar las pretensiones y exigencias”.
En cuanto a la vida consagrada hoy, don Pascual Chávez señaló que “la vida consagrada debe centrarse cada vez más en la Palabra de Dios, especialmente en el Evangelio, con Jesús como regla suprema de vida, con un gran amor a la Iglesia y un profundo compromiso con el Reino”.
En conclusión, tiene que haber “una mayor colaboración institucional y una cualificada comunicación para el trabajo en red”.
“Hoy, de hecho, se necesita el trabajo en red, la creación de redes; ello va más allá de la mera información y colaboración, que a veces se hacen más por exigencias externas que por convicción del valor de esta nueva perspectiva. El trabajo en red, sin duda requiere una mejor comunicación, pero también el intercambio de recursos y conocimientos” concluyó don Pascual.