Nacido en Villamanrique de la Condesa (Sevilla, 1950) Francisco Díaz Valladares, XXV Premio Edebé de literatura juvenil con su obra “Tras la sombra del brujo”, es un contador de historias nato con imaginación desbordante. Desde los diecinueve años ha dedicado gran parte de su vida a recorrer un mundo que le permite crear aventuras que trasladan a lugares exóticos. Una vida cargada de sueños que comparte en cada encuentro con jóvenes.
En el libro de su vida, algunos capítulos atrás, era un niño que devoraba “Veinte mil leguas de viaje submarino” sin llegar a imaginar que hoy recogería reconocimientos por su trabajo. ¿Qué papel jugó la lectura para definir a Francisco Díaz?
Cuando yo era joven el mundo no existía. Nosotros no teníamos tanta información. Tampoco estaban la televisión, internet, nuestro teléfono móvil, el frigorífico o la lavadora. Sólo había un fogón con carbón y los límites geográficos de España. Al pasar al Instituto y descubrir que la Península Ibérica se reducía en el mapamundi al tamaño de una moneda no podía evitar preguntarme cómo podía ser el mundo tan grande. En aquella época me entretenía clavando una aguja en el sur de España y en hacer círculos concéntricos durante las clases de Geografía. Ahí empecé a sentir que quería saber mucho más. Al no tener nada lo tuvimos que inventar.
¿Recuerda alguna aventura?
Al cumplir 19 años y terminar Bachiller mis padres querían que fuera maestro o sacerdote. En ese momento cogí la maleta y me fui al mundo. La primera vez que me monté en el tren en Sevilla puse rumbo a Barcelona y me pasé toda la noche asomado a la ventana desde mi litera viendo como las sombras se quedaban atrás. Comenzaba a recorrer el mundo que en mi cabeza había creado. A partir de ahí me puse a trabajar cosiendo alpargatas, de camarero, cartero o vendiendo refrescos en una plaza de toro portátil, y por supuesto también pude estudiar. He hecho de todo hasta llegar a lo que soy hoy. Toda mi vida ha girado en torno a viajar y a libros que iban desde las Hazañas bélicas o Roberto Alcázar y Pedrín, hasta Julio Verne. Yo descubrí el mundo a través de la lectura.
¿Cómo se puede seguir mimando a los jóvenes lectores?
Es muy importante poner en sus mano unas lecturas que sean fáciles, un camino que sea divertido de recorrer, entretenido, para que no se agobien ni vean la lectura como una obligación impuesta por el profesor. Que disfruten leyendo, eso los hará lectores.
Ese primer tren le llevaba a una ciudad que años después vería premiado tanto esfuerzo. ¿Qué supone obtener un galardón como el de Edebé durante sus bodas de plata?
Es la realización de un sueño. Todas las cosas importantes de mi vida han estado precedidas por uno. Además se hace la realidad una frase que acuñé hace mucho tiempo: “siembra un sueño en tu cabeza, riégalo, inteligente y suficientemente, y te aseguro que siempre vas a cosechar una realidad”. Este premio lo he perseguido durante muchos años. Con constancia como si apretara un clavo, como decía mi abuela Isabel, el universo entero confabula para que se hagan realidad.
Además, ¿cuándo me han dado el premio? En su 25 aniversario. Todas las cosas llegan en el momento idóneo. Por eso, no puedo más que decir que hay que perseguir todas las cosas y no caer. El error del escritor, como decía Hemingway, está en dejar de escribir.
¿Qué consejos le daría al joven que está frente a uno de sus libros?
Que es hermoso soñar y que nunca debe dejar de hacerlo. No cuesta nada y no debemos quedarnos en el intento. Los jóvenes deben perseguir su propia vida. Parece que han conseguido que agachemos la cabeza, pero yo les diría: no os dejéis llevar al huerto. Aunque hay que vivir en el grupo no hay que dejarse arrastrar por la manada. Que los jóvenes sean ellos mismos y que sean felices.
En tiempos convulsos para la Literatura, ¿cómo vive que se llegue a poner en duda su necesidad a nivel educativo?
Es triste porque todo se mueve por intereses propios. A falta de un gran pacto educativo, cada vez importa menos la cultura porque, cuanto más incultos, más manipulables somos.
Si llegaran tiempos convulsos, como se narraba en Fahrenheit 451, y hubiera que salvar un libro. ¿Cuál sería su elección?
Me quedaría con El Quijote, la novela de las novelas, pero hay muchos libros que merecen ser guardados. Cada libro tiene un alma propia, sus personajes, todos son cajas de sueños. Ahí están los sueños del autor y del lector. Nos reflejamos con la lectura en los libros y siempre habrá libros que te marquen toda la vida, como me ocurrió con "Veinte mil leguas de viaje submarino".
¿Qué sueños quedan por cumplir?
Todos. La vida para mí es un sueño.