¡Qué alegría me da poder dirigiros estas palabras! Y es que es un verdadero placer representar al Movimiento Juvenil Salesiano y ser la voz de tantos jóvenes del mundo en este momento tan importante para el Instituto.
Desafortunadamente, debido al Covid-19, no ha sido posible que en la celebración de apertura y en otros momentos del Capítulo estén participando, como es nuestra tradición, algunos líderes mundiales de los grupos de la Familia Salesiana y a otras personas significativas, incluidos algunos jóvenes representantes del Movimiento Juvenil Salesiano.
Por este motivo, a Pablo Osorio, animador del CJ Valbosco de Valdepeñas, representante en el MJS Europa, Madre General le encomendó la tarea de enviar un breve mensaje dirigido a las Capitulares que fue leído en su nombre, el 17 de septiembre, en la apertura oficial del CG XXIV.
Estas han sido sus palabras:
Queridas Capitulares,
¡Qué alegría me da poder dirigiros estas palabras! Y es que es un verdadero placer representar al Movimiento Juvenil Salesiano y ser la voz de tantos jóvenes del mundo en este momento tan importante para el Instituto. Y pensaba, al escribir estas líneas, lo que tantos jóvenes os podrían decir ahora. Echo la vista atrás en estos años en los que he tenido la suerte de conoceros, de colaborar activamente en la labor pastoral, en la misión compartida entre FMA y seglares, viendo lo que hacéis y compartís con toda la Familia Salesiana, el acompañamiento a los jóvenes, el estar en el día a día, son en definitiva tantísimos momentos en los que he podido experimentar la alegría que contagiáis en vuestra misión diaria. Y no es una alegría cualquiera, es una alegría que brota del corazón, de un corazón oratoriano.
En realidad, vuestra manera de ser y de vivir refleja lo que decía Juan María Vianney, más conocido como el santo cura de Ars: “El hombre tiene un hermoso deber y obligación: orar y amar. Si oráis y amáis, habréis hallado la felicidad en este mundo.” Y es que lo piensas detenidamente y tiene mucha razón. Esa es la vida de una Hija de María Auxiliadora en el fondo. Amar a los jóvenes en mayúsculas, y ahí se ve vuestra vida reflejada, una vida entregada al Señor. No hacéis nada por interés, ni prestigio, es una vida en Cristo por y para los jóvenes.
En la vida, que late al ritmo de un corazón humilde, sencillo y solidario, se ve esa alegría que transmitís y que vivís y que tanto necesitamos los jóvenes. Sois verdaderamente portadoras de la alegría del Evangelio.
A veces me pregunto, ¿de dónde sacáis vosotras tanta fuerza de voluntad para seguir viviendo esta labor pastoral tan impresionante? Precisamente nos encontramos en estos tiempos difíciles donde tanta gente ha dejado de lado a Dios, donde hay tantos jóvenes desanimados que aún no conocen a Jesucristo, jóvenes que no vienen a la Iglesia porque quizás les seducen otras cosas del mundo, porque no reconocen o no conocen el núcleo de lo que vosotras precisamente presentáis, que es de mucho más valor. Quizás, los jóvenes reaccionan en un primer momento diciendo que no necesitan la religión, no necesitan a Dios, pero en el momento en que encuentran o se cruzan con una experiencia de una comunidad auténtica como las vuestras, que viven el testimonio de la entrega, proponen un camino y un acompañamiento, la actitud cambia. Y es ahí, en ese mismo punto, donde estáis vosotras y estamos también nosotros, los jóvenes, es donde empieza verdaderamente nuestra labor pastoral compartida.
Para vosotras, Hijas de Maria Auxiliadora, los jóvenes tenemos que seguir siendo la clave de vuestra existencia.
Una misión que se fundamenta en la oración, en la entrega y que es lo que os tiene que seguir manteniendo vivas para recibir ese espíritu de alegría y esperanza que regaláis a los jóvenes y que es pilar fundamental.
Para un joven, una casa salesiana siempre es y tiene que seguir siendo su casa; sobre todo en momentos de dificultad, de problemas… Sigamos trabajando juntos en ello, en esa educación integral que se recibe, en cada ambiente educativo desde la cercanía y confianza, donde los jóvenes se sienten queridos y aceptados. Os pedimos por tanto que sigáis rezando por nosotros, especialmente por los más necesitados y por los que aún no han tenido la suerte de conoceros. No perdáis nunca ese entusiasmo e ilusión por la vida y que María Mazzarello y Don Bosco sigan bendiciendo toda vuestra misión como educadoras y evangelizadoras.
Mi deseo para todas vosotras es que María Auxiliadora, fundamento de vuestro Instituto, os acompañe siempre en vuestra labor.
En nombre de los jóvenes del mundo sólo tengo palabras de agradecimiento. Gracias por todo, gracias por tanto.
Feliz Capítulo y que sintáis como nuestra oración os acompaña especialmente durante este tiempo.
Con cariño,
Pablo Osorio – MJS España
Representante Small Team SYM Europe