Cagliero en Rabat (o geopolítica del papa Francisco)

2 octubre 2019

En su viaje a Barcelona de 1886 el sacerdote turinés Giovanni Bosco, canonizado en 1934, tuvo un sueño. El lugar donde sucedió, la antigua masía de Can Prats, aún existe en la plaza Artós. En él soñaba la llegada a Valparaíso y a Pekín de la obra que acababa de fundar para dar oportunidades los jóvenes. Su planteamiento, innovador para la época, tuvo numerosas reticencias dentro y fuera de la Iglesia católica.

Hace apenas algunas semanas el papa Francisco, que se educó en los salesianos, anunció la creación de 13 nuevos cardenales, entre ellos el español Miguel Ángel Ayuso y el hispano-paraguayo Cristóbal López, salesiano crecido en Badalona. Con él ha creado ya 70 cardenales, de los que 59 son todavía electores, prácticamente la mitad de los electores (120) en un nuevo cónclave. Como promedio anual, son casi los mismos nombramientos o creaciones que Benedicto XVI y casi el doble que con san Juan Pablo II.

Documentos y decisiones, sobre todo los consistorios cardenalicios, han sido siempre las formas de analizar los posicionamientos de los papas; a ellos se han añadido más recientemente los viajes y las declaraciones, porque más allá de su contenido son una forma de fijar la agenda sobre cuestiones concretas. Pero los consistorios han sido siempre esenciales por su capacidad de sentar las bases para la elección del futuro pontífice, que al alcanzar la cifra que nos ocupa están ya casi plenamente sentadas.
 
A lo largo de sus seis años de pontificado el papa Francisco ha reiterado de muy diversas formas la colegialidad (la comisión de cardenales y el sínodo de obispos), la actitud proactiva (la “Iglesia en salida”), las nuevas prioridades geográficas (los viajes), las nuevas prioridades pastorales (las “periferias”) y la proximidad como metodología de intervención (el “olor a oveja”). Buena parte de los nuevos cardenales responden a esos conceptos y tienen poco que ver con las diócesis o las responsabilidades con las que hasta ahora se asociaba la condición cardenalicia.
 
Los consistorios y los viajes están demostrando la creciente atención no sólo hacia un tipo de Iglesia sino también hacia un tipo de realidad humana y geográfica. Parece efectivamente como si en el nombramiento o creación de los nuevos se quisiera proponer un nuevo modelo pastoral basado en la cercanía con las personas, la empatía con los problemas de nuestro mundo y la actitud proactiva en el encuentro de ambos. Pero da también la impresión que quiera anticipar también el nuevo epicentro de la Iglesia católica. No olvidemos el creciente peso que el trato con los organismos internacionales parece haber cobrado, frente a las tradicionales relaciones bilaterales con los estados, en las relaciones diplomáticas de la Santa Sede. No olvidemos que de sus 30 viajes internacionales, 8 han sido a Asia-Pacífico y 4 a África, es decir casi la mitad, máxime si añadimos los ya anunciados para noviembre próximo a Tailandia y Japón.
 
Asia-Pacífico y África son, por este orden, los continentes más poblados del mundo. El primero cuenta en la actualidad con 500 millones de cristianos, en sus diferentes denominaciones, y la previsión es que supere los 1000 millones en 2040, adelantando a América como continente más católico del mundo. Para 2050, por ejemplo, se prevé también que Nigeria, la República Democrática del Congo, Kenia, Tanzania, Etiopía o Uganda estén entre los diez países con más católicos del mundo.
 
El caso de Asia-Pacífico es particular. En ese continente el cristianismo, pujante en Filipinas e India, está pendiente de China. Si la libertad religiosa llega al país asiático, que de facto es la segunda potencia mundial, se abrirán las puertas para el crecimiento del catolicismo, donde las actuales comunidades católicas están excelentemente bien arraigadas y posicionadas. Dicho de otra forma, China decantará la balanza mundial entre religiones gracias a sus 1,4 millardos de habitantes. El mayor país del mundo. De ahí la importancia del criticado pero importante acuerdo provisional que en 2018 alcanzaron la Santa Sede y China.

La intuición de san Juan Bosco cobró realidad poco tiempo más tarde. Giovanni Cagliero, primer misionero salesiano, fue también el primer obispo y el primer cardenal de los Salesianos. Fue la piedra angular del desarrollo de la congregación, hoy en día la segunda más numerosa de la Iglesia católica. Hoy América, con la elección de un papa argentino, ya no forma parte de la periferia sino de la centralidad del catolicismo. Pero los nuevos Cagliero, que ya no van a la Patagonia sino a por ejemplo a Rabat, son los cardenales con los que el papa Francisco intenta plantear el futuro inmediato del catolicismo.

También te puede interesar…