Brochero, de las sierras al universo

14 octubre 2016

BROCHERO. CURA GAUCHO SANTO, DE LAS SIERRAS AL UNIVERSO

El Cura José Gabriel del Rosario Brochero nació en Carreta Quemada, Sta. Rosa de Río Primero (Córdoba, Argentina), zona de campo y llanura, el 16.03.1840, y murió en El Tránsito (hoy Villa Cura Brochero), el 26.01.1914. Es un civilizador-evangelizador increíble… Francisco lo ha hecho Santo , y ha dicho – creo que tiene razón – que él es más grande que el Cura de Ars, San Juan Maria Vianney. Su fama se extiende sin cesar…

Criado en una familia religiosa, el cuarto de 11 hijos, a los 16 años sintió el deseo de hacerse Cura y entró al Seminario (05.03.1856). Humilde y generoso se convirtió en un estudiante modelo en la Universidad jesuita, foco de cultura y evangelización para todo el cono sur americano. Sabiendo reír de sí mismo, contó que cuando nació era muy lindo, pero el día después, mientras lo llevaban a bautizar, la yegua en que iban resbaló por un charco, y cayendo en el barro quedó negrito y feo. Conquistó a todos por simpatía y servicio. Hablaba poco y asimilaba todo. Compañero de personajes de gran importancia nacional, por ejemplo, dos fueron presidentes de la república y otro dos veces presidente de la Cámara de Diputados de la nación. Todos ellos lo querían y lo ayudaban, pero tal vez por el chiste de la yegua, lo llamaban afectuosamente, «el negro».

Jesuitas y dominicos influyen en su formación. Los primeros, le aseguraron una formación jamás imaginada. Brochero seminarista encuentra con ellos la clave de su transformación: los Ejercicios Espirituales de San Ignacio. Allí aprendió a ser «doctrinero», hoy «catequista». En contacto con los dominicos, aprendió la predicación y el testimonio haciéndose miembro de la Tercera Orden Seglar. 

El 4.11.1866 fue ordenado sacerdote. Fue teniente-cura en la Catedral, y en 1867, Prefecto de los estudios del Seminario, cuidó los enfermos del cólera que diezmó las familias cordobesas, y se recibió de Maestro de Filosofía el 12.11.1869. Inmediatamente, el Obispo lo nombró Párroco de San Alberto (Córdoba) donde daría sus mayores frutos. 
Era un territorio extenso (200 km2), accidentado e incomunicado, donde convivían criollos y mestizos. La pugna por los límites provinciales con los ejércitos de los caudillos, dejaron en la sierra tropas de gauchos errantes con dificultades judiciales y económicas. En esta tierra difícil, con necesidades estructurales, culturales y espirituales, en 32 años de acción, Brochero se convertirá en uno de los más importantes civilizadores y evangelizadores de América. 

Es conocido como el “Cura Gaucho” porque su identidad sacerdotal asume lo más positivo del Gaucho: bondad, reflexión, aguante, servicio concreto, cercanía de buen samaritano, sinónimos de la mejor cultura serrana.

Decía que “podía atravesar su territorio con los ojos vendados”. Nadie conocía esos senderos de sol y piedra como él. 65 veces tropezó o cayó del caballo en pasos difíciles. Él hoy es un símbolo del empeño en ciclópeas obras públicas hechas con y para la gente, colaborando y substituyendo al gobierno, entre ellas:

– Delimitación de tierras, clave de pertenencia y unidad.
– Caminos mulares y carreteros, más de 200 kilómetros construidos y reparados con mano, pico y pala, al lado de su gente.
– Los primeros canales y acueductos para la distribución de agua.
– La Casa de Ejercicios, estructura insustituible para la transformación social.
– La Escuela de Niñas, dirigida por Religiosas Esclavas del Corazón de Jesús. 
– El correo a caballo, el telégrafo y el banco, el criadero de peces.
– El servicio periodístico, para la información y la promoción.
– La defensa de la dignidad humana (presos y marginados).
– El ferrocarril, línea Villa Dolores-Soto; no se actuó por maniobras políticas.

¿Cómo pudo hacer estas obras? Él explica así su secreto:

“Sencillamente: enseñando y dando Ejercicios, lo uno a los niños y lo otro a los padres de los niños. Pueden hacer la prueba. […] Yo creo, salvo la opinión de ustedes – aunque la experiencia me aconseja dar más fe a la mía – que eso es lo que conviene hacer en todas partes, “ubique terrarum”: enseñar la doctrina y dar ejercicios a todo el mundo». Catequesis y Ejercicios tienen para él una enorme trascendencia pedagógica y social, capaz de “crear” cultura y regenerar el orden social.

A ese secreto hay que sumar su constante actitud de abnegación causa de obras heroicas y temerarias, como la empedernida asistencia a un leproso que llevó a la muerte. Milagros sociales en vida y personales ha hecho el Señor Brochero, pero entre todos ellos, Nicolás Flores y Camila Brusotti, podrán contar que el Cura les devolvió la vida. 

Su mayor herencia social-universal es su actitud de encuentro y unidad entre los extremos sociales de su tiempo. Supo unir gente dispar como sus amigos políticos liberales, y su pueblo simple con quien cabalgaba y construía. Supo establecer un puente entre dos modelos de país. Por un lado, acoge el modelo liberal, que mirando afuera poco se interesa por las periferias del interior. Por el otro, sigue el modelo federal, comprometido con el pueblo, promocionándolo a través de una conversión que lo hace capaz de una ciudadanía activa. La síntesis es unión y fuerza. De sus amigos liberales dice que “cuando se les sacan las cosquillas, se vuelven más mansos que mancarrón  patrio”. Alude a la paciencia del domador hasta acercársele al caballo y tocarlo hasta hacerlo manso como los animales de los desfiles patrios.

Un día escribió: «he podido pispiar  que viviré por siempre en los corazones de mis paisanos…» Así, este Santo de ayer, puede decir hoy y mañana, como dijo al Goberenador Juárez Celman y sus ministros, asustados por tener que partir bajo una tremenda tormenta en la Sierra: 

«¡El que sea hombre, que me siga!»
Ninguno se quedó… 
 
[1] José Gabriel del Rosario Brochero, canonizado por el papa Francisco en el Vaticano, el 16 de octubre de 2016. El primer santo argentino.

[2] En América del Sur: caballón o empalizada para torcer o contener el curso de una corriente de agua. (Diccionario de la RAE). 

[1] Pispiar, coloquial, Amer. de “pispar”: indagar, observar algo. (Diccionario de la RAE). Todas las notas son del editor.

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