“Trabajar en los suburbios, especialmente entre los niños de la calle, me ayudó a seguir siendo activo en la vida misionera. He aprendido mucho de ellos”. Así narra George Kollashany, salesiano de la Inspectoría de la India en Bangalore. Desde 1975 trabaja con los niños pobres, que para él es “la mejor escuela de la vida”.
Kollashany manifestó que recibió la inspiración para trabajar con niños cuando tenía 16 años de edad, escuchando aquel pasaje del Evangelio de Lucas en el que Jesús enseña en la sinagoga de Nazaret a “llevar la buena noticia a los pobres” (Lucas 4-16, 20). Fue entonces cuando se acercó a los salesianos y durante el período de estudios teológicos comenzó a trabajar por los niños pobres de la India.
El salesiano se siente “inspirado y fortificado por el modo cómo reaccionan los niños a los desafíos y a los riesgos”. Cuenta la historia de un muchacho de 16 años que está luchando para pasar el examen del décimo año dentro de una organización privada y después de haber abandonado la escuela en el quinto grado. “Este mismo muchacho logró pagar la deuda que tenían los padres que sumaba 200 mil rupias (casi 2.900 euros) trabajando como barrendero”.
“Con el dinero que ganó – sigue narrando Kollashany – un promedio de 300 rupias al día (4 euros), fue capaz de alimentar a su abuela con discapacidad, a la madre inválida debido a unas quemaduras ocasionadas por el queroseno que le arrojó el esposo en un intento de asesinato. Y con ese mismo dinero que ganaba logró comprarse una bicicleta y pagar los estudios su hermano. (…) Estoy muy emocionado acerca de cómo este muchacho logró buscar a personas que le ayudasen y que actualmente estas mismas personas le han prestado dinero para que pueda construir su propia casa”.
“Los muchachos de la calle – explica – están dando forma al futuro de la humanidad y a sus propias vidas. Es la ley de la naturaleza. Estar con ellos y aprender de ellos es la mejor manera de crecer, aprender a no perder la pasión de adolescentes (…) Es en los suburbios, en medio a los marginados, fuera de las tendencias dominantes del mundo que se puede tocar el pulso de la sociedad. Es en este lugar donde podríamos medir la esencia de una comunidad y purificar nuestros valores”.