Un pueblo volcado, una villa, la de La Orotava, en torno a su imagen de María Auxiliadora, coronada con gran solemnidad el pasado 23 de abril por el obispo de la diócesis, Bernardo Álvarez, todo ocurrió en una tarde radiante que pareció sumarse a la fiesta.
Carteles, banderolas, pancartas con frases marianas, altarcitos en muchos comercios y hasta un tapiz con la imagen de la Virgen salesiana mostraban a cada paso que la devoción por la Auxiliadora no era flor de un día para los habitantes del espléndido valle tinerfeño.
Ni una señal de rechazo, ni un cartel agredido: magnífica muestra de tolerancia hacia esta muestra de fe cristiana confesante, en un tiempo de crispación en el que cualquier acto público de religiosidad corre el riesgo de ser visto con desdén, cuando no, con hostilidad.
Casi dos mil personas se congregaron en la plaza principal de La Orotava en torno al altar de la Eucaristía, presidida por el obispo y concelebrada por más de treinta sacerdotes, bajo la imagen de la Auxiliadora, con el Niño Dios en su regazo. Un gran aplauso entremezclado con vivas brotó espontáneo cuando el obispo acabó de coronar ambas imágenes.
La concelebración fue magnífica, con intervenciones medidas y acertadas, preparada al detalle, con un coro de la comunidad educativo pastoral de la casa salesiana, que le dio un aire joven a la necesaria solemnidad del acto; nada de huecos ditirambos: las palabras apuntaron a lo esencial en María y en la vida de sus hijos e hijas.
La procesión festiva hacia la casa salesiana fue un cortejo con aires de romería a los compases de la banda de música y con los jóvenes y no tan jóvenes turnándose para llevar en andas la imagen recién coronada. Muy entrañable fue el “encuentro” entre la imagen de la Auxiliadora y la de Don Bosco, casi a las puertas del colegio.
Toda esta fiesta y la respuesta popular y masiva es algo que no se improvisa: es el fruto de una larga preparación hecha de catequesis, convivencias, proyectos de caridad y solidaridad y dinamización por toda la Familia Salesiana del valle.
75 años de presencia salesiana en La Orotava han dado su fruto en esta gran fiesta mariana, coronación de un año inolvidable. Porque coronar significa culminar bien, completar una obra, un acto, llevar algo a un buen final, a plenitud, y esta coronación canónica de María lo ha sido en grado sumo.
A las 5:30 de la mañana del lunes 24 (sí, 24), atravieso el vestíbulo de la casa salesiana para salir hacia el aeropuerto y me encuentro en la penumbra, justo a la entrada, la imagen de María Auxiliadora coronada, dispuesta a recibir solo dos horas más tarde a niños, adolescentes y mayores que acudirán a “su colegio salesiano”. Desde la ventanilla del coche, por la autopista, a las afueras del municipio llego a leer una frase pintada en letras blancas sobre el muro de piedras volcánicas: “El amor triunfará”. No hay mejor despedida luego de todo lo vivido en La Orotava. Sin duda, con María en el corazón y en la vida, “el amor triunfará”.