“El terremoto se ha sentido muy fuerte y durante mucho tiempo”, explica el misionero salesiano Alejandro León, responsable de los Salesianos en Oriente Medio, desde Kafroun, cerca de Homs y de la frontera con Líbano. Las primeras informaciones que ha recibido desde Alepo, una de las zonas más afectadas por el fuerte seísmo de 7,8º en la escala Richter, es que “nuestras obras han sufrido pequeños daños de grietas y algunos cristales rotos, pero tanto los salesianos como las personas cercanas que atendemos se encuentran bien a pesar del gran susto”.
Nada más ocurrir el fuerte temblor, “algunas familias se refugiaron en nuestra casa de Alepo. Llegaron con lo puesto y las atendimos con ropa de abrigo y comida. Sus casas no se encuentran en buenas condiciones debido a la guerra y se sienten más seguros con nosotros”, explica el salesiano.
El seísmo, que ha tenido como epicentro la provincia de Kahramanmaraş, al sur de Turquía y muy cerca de la frontera noroeste de Siria, se ha sentido con fuerza en 14 países, entre los que están Líbano, Israel, Chipre y Jordania.
Cientos de edificios se han derrumbado, sepultando en muchos casos a las personas que dormían en ellos. Las cifras provisionales, que continúan aumentando, hablan de más de 1.000 personas fallecidas, centenares de desaparecidos bajo los escombros y miles de heridos.
Los misioneros salesianos de Alepo, que desde el inicio de la guerra atienden a la población en el centro de la ciudad, han decidido atender y ayudar a los damnificados por el terremoto que llegan a ellos. “Aún no sabemos cómo nos organizaremos, pero entre el frío, la nieve y la situación de muchos edificios después de casi 12 años de guerra, la población necesita ayuda urgente”, aseguran.
“Sabemos que hay muchos muertos y que muchos edificios se han derrumbado, así que dentro de nuestras posibilidades ofreceremos refugio, acompañamiento y la ayuda de emergencia con los bienes de primera necesidad que podamos ofrecer en estos primeros momentos”, comenta Alejandro León.
Foto: EFE/EPA/DENIZ TEKIN