El 13 de enero es el «Día Mundial de la Lucha contra la Depresión», que se celebra con el fin de sensibilizar, orientar y prevenir a nivel mundial sobre esta enfermedad. Según la OMS, la depresión es una enfermedad frecuente en todo el mundo, pues se estima que afecta a un 3,8% de la población, incluidos un 5% de los adultos y un 5,7% de los adultos mayores de 60 años. A escala mundial, aproximadamente 280 millones de personas tienen depresión. En España, serían alrededor de 2 millones las personas afectadas por este trastorno, según recoge la web Cortarporlosano.com. Alrededor del 20% de esas personas sufren también ansiedad.
La afectación psicológica de los adolescentes tras la pandemia es un hecho. Muchos se vieron afectados por la modificación de su rutina diaria, lo cual provocó alteraciones de su comportamiento, sus habilidades emocionales y sociales, que han terminado provocando ansiedad y depresión. Desde las casas salesianas de España se planta cara a la depresión con distintas iniciativas llevadas a cabo por los equipos de profesionales especializados.
La Fundación FISAT, de plataformas sociales, puso en marcha el programa Despega en 2020 para ofrecer un apoyo psicosocial específico por las consecuencias derivadas de la COVID-19 a las personas destinatarias de los proyectos de inserción sociolaboral. “Gracias a la financiación pública se ha logrado dar continuidad y consolidar este proyecto que consideramos fundamental porque, por su situación de vulnerabilidad, muchas de las personas destinatarias necesitan una atención psicológica para acompañarlas en su proceso de integración social”, explican desde la entidad. “Ofrecemos tanto terapia individual como terapia grupal por parte de profesionales de la psicología con el objetivo de ayudarlas a superar incertidumbre, inquietud, ansiedad y vencer los miedos provocados por su realidad”.
La incertidumbre ante el futuro es uno de los desencadenantes de un bajo estado anímico. “Estamos observando últimamente mucha debilidad personal, mucha fragilidad, una dificultad seria para enfrentarse a los problemas que nos van apareciendo”, cuenta con preocupación Yolanda Izco, orientadora en Salesianos Pamplona. Este centro ofrece a sus alumnos la asignatura optativa de Educación Emocional: “Aprendemos a conocer las emociones, poner nombre a lo que nos pasa. Es un espacio privilegiado para poder hablar de bienestar, malestar, tristeza… Y, sobre todo, para validar estos sentimientos», aclara.
Alba Chumilla, orientadora de Salesianos Linares, explica que, ante la necesidad que se ha detectado en el alumnado, especialmente en los adolescentes, el centro ha puesto en marcha un proyecto de acompañamiento individual. Se trata de escuchar e identificar las necesidades de alumnos y ponerlo en conocimiento de todo el profesorado. A cada alumno se le asigna un profesor para acompañarlo en los recreos o en algún momento libre que tenga durante la jornada escolar. El profesorado trata de escuchar al adolescente y orientarlo para que pueda mejorar su situación. “Lo hemos afrontado como una necesidad que ha existido siempre, incluso en tiempos de Don Bosco. Como él decía, no basta amarlos, sino que se sientan amados; pues no hay nada más sencillo que abrir el oído y el corazón para escucharlos”, asegura Alba.
Desde Salesianos Sant Vicenç dels Horts la orientadora María Ángeles Pavón explica que desde la pandemia han observado el aumento de sintomatologías relacionadas con la depresión, como largas temporadas de aislamiento o vacío existencial, durante las que se les hace difícil encontrar el sentido de la propia vida. “Como escuela estamos intentando dar respuesta con una atención personalizada, atendida, donde cada uno de las alumnas y los alumnos tengan un espacio. Tratamos de ser puentes con sus familias, con sus compañeros de clase”, añade.
Por otra parte, en Salesianos Málaga explica Rocío Gómez que se atiende esta problemática a través de los agentes primarios, que serían los tutores, y se realiza un primer trabajo parar intentar crear un espacio de confianza. «Además, desde el departamento de Orientación se interviene puntualmente en alguna de las tutorías para trabajar la relación consigo mismo y mejorar la autoestima. También se mantiene una relación estrecha con agentes externos como la Unidad de Salud Mental Juvenil o psicólogos infantiles», comparte.
Precisamente, en Salesianos Puertollano han dado un paso adelante contando con los servicios sanitarios públicos: «Justo a raíz de la pandemia, contactamos con el centro de salud de la localidad y están viniendo a dar charlas por cursos sobre salud mental. Además, traen a algunos usuarios que, de manera voluntaria, cuentan a los chicos su experiencia: lo que sufrieron, cuáles fueron las motivaciones, cuáles fueron los factores de protección, cómo han salido de ahí…», aclara Pilar Gallego, orientadora de Secundaria en el centro.
Algunos de los desencadenantes más comunes para la depresión en adolescentes suelen ser dificultades en los círculos familiares, chicos y chicas con familias donde han habido separaciones y ellos se sienten en medio y no entienden bien qué sucede. «También con las relaciones personales entre ellos ya son edades en las que tienen sus primeras relaciones de amistad, afectivas y cuando esto se corta lo suelen pasar mal. Por otro lado, con respecto al COVID hubo chicos que estuvieron muy encerrados y esto se ha podido mantener en el tiempo. Y luego niños que aunque tengan un entorno adaptativo, pero puedan ser víctimas de burlas, acoso por las redes, pueden mostrar también un malestar emocional sostenido en el tiempo”, explica Nelson Quintero, orientador de Salesianos Granada.
Consejos a tener en cuenta
Yolanda Izco, de Salesianos Pamplona, recuerda que lo primero que hay que hacer ante un problema de salud mental es “ponerle nombre y aceptarlo sin juzgar”. Un segundo paso es “pedir ayuda”. Y, por supuesto, lo fundamental es cuidarse: “Hacer ejercicio físico y relajación. Hacer actividades creativas que permitan a uno expresarse: dibujar, pintar, cantar, bailar…
María Ángeles Pavón, de Salesianos Sant Vicenç dels Horts, señala que es importante «generar relaciones positivas con el entorno aceptando las propias realidades e intentar comprender lo que le está ocurriendo a ese adolescente». Además, intentar que sea desde un campo preventivo, donde encontrar el sentido de la participación, buscando el espacio personal; también implicar a las familias para ayudarles a entender y acompañar a sus hijos en esta etapa que no es fácil ya que se trata de un momento social complejo.
Pilar Gallego, de Salesianos Puertollano, asegura que el ambiente salesiano de los centros juveniles puede ser «un factor de prevención muy importante en cuanto a las amistades. Permite una supervisión, un acompañamiento, por parte de unos jóvenes que están generando actividades, ambiente, momentos, donde hay oportunidades de convivir, de perdonar, de reencontrarse, de separarse sanamente, de reagruparse… Los jóvenes que pasan por ahí, a pesar de no estar libres de sufrimiento, terminan la etapa de la adolescencia de una manera segura».