Evangelio Lc. 24, 13-35
NARRADOR: Dos amigos de Jesús caminaban hacia Emaús. Era éste un pueblecito que está a unos kilómetros de Jerusalén. Iban hablando de las mismas cosas que habéis hablado vosotros. Entonces vieron a un hombre que se puso a caminar a su lado.
NIÑO 1: ¿Era un fantasma?
NARRADOR: ¡Qué va! Era… un hombre normal. Les preguntó de quién hablaban y eso les molestó.
NIÑO 2: ¿Por qué?
NARRADOR: Porque parecía que no sabía nada de Jesús, y para ellos Jesús era muy importante. Entonces le explicaron todo lo que había pasado.
NIÑO 1: ¿Y qué dijo el hombre?
NARRADOR: El hombre les explicó lo que decían las Escrituras sobre Jesús.
NIÑO 2: Seguro que los amigos de Jesús estarían felices escuchándole.
NARRADOR: Tan felices que, como ya atardecía y llegaban a Emaús, le invitaron a cenar con ellos.
NIÑOS: ¿Y se quedó?
NARRADOR: Pues claro. Al bendecir el pan y repartírselo, se dieron cuenta… ¡Era Jesús! Entonces… desapareció.
NIÑO 2: Pero… ¿Cómo es posible que no le reconocieran?
NARRADOR: Estaban tan convencidos de que lo habían visto muerto, que no dudaban que todo había acabado para Jesús. Pero el caso es que los dos amigos se pusieron muy, muy contentos de haber visto a Jesús. Y corrieron otra vez a Jerusalén a contárselo a todos.
NIÑOS: ¿Y les creyeron?
NARRADOR: Esta vez sí, porque Jesús también se había aparecido a Pedro.
Después de resucitar Jesús, se apareció a unos discípulos que iban a una aldea que se llamaba Emaús. Los discípulos al principio no le reconocieron, y Jesús se puso a hablar con ellos y, sin que se dieran cuenta, les iba explicando lo que le había ocurrido en su pasión. Cuando llegó la hora de cenar, Jesús tomo el pan, lo bendijo y se lo dio. ¡Entonces lo reconocieron! ¡Es Jesús, es Jesús! Y volvieron a Jerusalén, para contárselo a los apóstoles.
En la profundidad de nuestra noche,
la noticia de tu Resurrección nos ha deslumbrado,
Tú estás vivo
y toda vida encuentra en ti su fuente y su realización,
su sentido y su fecundidad.
Quédate con nosotros,
camina con nosotros,
danos Vida para llevar
la Buena Noticia a nuestros hermanos.