Durante el mes de septiembre las presencias salesianas repartidas por todo el mapa que integran las diferentes inspectorías reúnen a los diferentes grupos de la casa para mirar al futuro y arrancar este inicio de curso. Una dinámica recuperada tras la pandemia y que simboliza el espíritu de familia presente en cada obra con el trabajo común de los diferentes ambientes. Una muestra de ello pudo verse en Triana donde se celebró la jornada de programación para este curso 2022/23 y que quiere explicar el sentido de este tipo de encuentros.
A lo largo del sábado 24 septiembre, coincidiendo con la conmemoración mensual del día de la Madre Auxiliadora, volvió a tener lugar con total normalidad la jornada de programación de la casa sevillana. «Se trata de un momento importante, en el que todos los grupos que forman esta casa salesiana de Triana, juntos, se dedican durante una jornada de convivencia a preparar y programar las actividades que se realizarán durante el curso que ya hemos empezado», explican sobre un evento que reunió a más de medio centenar de participantes.
Con ilusión, todos los asistentes se daban cita en la entrada del colegio hacia las 13:00 para la acogida y la oración, en la que pedían a Jesús que contagie de entusiasmo para cada una de las iniciativas que se retomarán o lanzarán este curso. Como suele decirse “de la misa a la mesa”, tocaba el momento de convivencia distendida previa al trabajo, con un almuerzo compartido, disfrutando de un rato en común.
Comenzaba el trabajo de la tarde con una dinámica de presentación a cargo de los jóvenes del centro juvenil Eirené, en el que por grupos, los distintos participantes iban presentándose al resto de grupos de la casa. Posteriormente, el director titular, Francisco José Pérez Camacho, presentaba la campaña inspectorial “Abrimos Caminos”, explicando los tres caminos a abrir:
- Hacia uno mismo
- Hacia los demás
- Hacia Dios
Tras la presentación, los grupos trabajaron en propuestas concretas sobre las que poder trabajar como casa para avanzar en la principal tarea: la evangelización. «El fruto de ese trabajo, concretado en propuestas, se evidenció en una herramienta digital, llamada Padlet», compartían.
«Tras un descanso reparador y una sabrosa merienda, tocaba el momento de poner conclusiones en común y dividirnos por grupos para planificar las diferentes actividades que a lo largo de este curso se irán sucediendo», añadían. Así, con el curso planificado, finalizaba la jornada con la eucaristía de acción de gracias, broche final a una jornada de convivencia en familia.