Desde el 31 de enero al 7 de febrero se desarrolló la visita oficial a Líbano de los consejeros Fernando Miranda y José Luis Navarro en representación de la Inspectoría Salesiana María Auxiliadora (SMX). Esta visita al país de Oriente Medio se enmarca en una propuesta para conocer la presencia salesiana en el país de los cedros. El objetivo planteado en este viaje estaba centrado en dar los primeros pasos al compromiso que tomaron las inspectorías de la Región Mediterránea en apoyo de la del Medio Oriente (MOR). «Cada Inspectoría occidental debía establecer vínculos de relación con algunas casas concretas de la Inspectoría MOR. A la nuestra SMX le correspondió establecer una relación con las obras salesianas en Líbano», compartía José Luis Navarro, coordinador inspectorial de Animación Misionera, sobre el sentido de este viaje hasta la costa este mediterránea.
Desde la llegada al Aeropuerto Internacional Rafic Hariri de Beirut, donde fueron recibidos por don Simon Zakerian, director de la presencia salesiana del Líbano y anfitrión durante la estancia en el país junto con el resto de la comunidad, fueron conociendo la rica realidad salesiana presente en la zona. Residieron en la casa salesiana de Al Fidar en Jbeil y desde ahí pudieron recorrer los principales puntos en los que se desarrolla la labor salesiana a lo largo de los 250 kilómetros que abarcan el país.
Entre las diferentes presencias visitadas, desarrolladas desde su origen en 1952, se encontraron las casas de El Houssoun, encargada de acoger durante el año a los chicos de los tres oratorios diferentes que organiza la comunidad cada fin de semana, las actividades de verano que acogen a cientos de destinatarios y las eucaristías dominicales de la comunidad maronita católica, o la escuela Angels of Peace ubicada en los suburbios de Beirut, donde desde hace dos años los salesianos han luchado por mantenerla abierta para acoger alrededor de 200 niños refugiados, principalmente iraquíes cristianos y sirios musulmanes. «Es conmovedor visitar las aulas. Pudimos hablar con ellos, ver cuáles eran sus sueños. En medio de la miseria y la pobreza, la educación tiene una palabra que decir y una tarea de dignificar a aquellos que son los últimos en nuestro mundo», añade Navarro.
La experiencia ha permitido a la Inspectoría Salesiana María Auxiliadora sumergirse en la labor y conocer de primera mano la situación económica y política del país y las repercusiones que estas tenían en la vida de los jóvenes. «La presencia salesiana cuenta con tres obras en lugares muy diversos. El Fidar donde reside la comunidad, tiene un centro de formación profesional y sus instalaciones son utilizadas en algunos momentos al año para acoger la actividad de los tres oratorios. También cuenta con un albergue juvenil con capacidad para 30 personas. El segundo lugar es el Houssoun, una casa muy grande en las montañas. Fue casa de formación y cuenta con un espacio muy amplio de habitaciones. También un albergue juvenil con capacidad para 120 personas. Una iglesia pública. Y un gran terreno de bosques, prados y patios para hacer actividades. Es el centro neurálgico del ambiente centro juvenil donde se desarrollan los tres oratorios de la casa: uno para los refugiados sirios musulmanes que viven cerca de El Houssoun, otro para los libaneses y otro para los refugiados iraquíes cristianos del barrio de Beirut. Todos ellos son llevados hasta esta casa con un sistema de pequeños autocares que los van recogiendo los viernes y sábados para participar de la actividad. La gran actividad de la casa llega en verano cuando se organizan los campamentos para todos estos niños que ocupan todo el mes de julio y mitad de agosto. Con monitores voluntarios el último año participaron cerca de 800 niños y jóvenes. Una experiencia preciosa. El tercer lugar es la escuela iraquí de Beirut, un pequeño milagro en medio de una situación dramática para muchas familias refugiadas en el país», explicaban con visión de conjunto.
La visita también contó con diferentes momentos pastorales, como compartir los tradicionales ‘buenos días’ con los alumnos de la escuela profesional, con traducción simultánea al árabe por parte de don Simon, participar junto con los animadores del centro juvenil en la preparación de espacios, juegos y actividades al puro estilo salesiano, conocer el monasterio y eremitorio donde vivió y murió san Chárbel, santo libanés, contemporáneo de don Bosco, o visitar los hogares a familias cristianas de refugiados iraquíes. «Fue una de las mejores experiencias vividas durante estos días. Escuchar su testimonio de vida impregnado de una fe profunda fue una auténtica enseñanza para nosotros», explican.
El cierre de este viaje se vivió con dos momentos de familia. Por una parte, con la celebración junto a la comunidad salesiana en la eucaristía dominical, y compartir la boda de una animadora siria del oratorio de Damasco que, por circunstancias de la guerra, vivía en Francia junto con el que iba a ser ese día su marido.
«Con la sensación de haber vivido una experiencia inolvidable. El sueño de don Bosco también se narra en lengua árabe», concluyen las crónicas de este viaje.