Propuesta de Lectio Divina personal (o en grupo)
XV Domingo de tiempo Ordinario Ciclo C (Lc 10,25-37)
ORACIÓN
Creemos que estás en medio de nosotros, Padre, y en nuestro interior;
creemos que el Espíritu de tu Hijo nos impulsa.
Te pedimos que no dejamos de estar abiertos al Espíritu,
y que sepamos escuchar sus insinuaciones.
Que venga sobre nosotros tu Espíritu
que nos ayude a conocer más a tu Hijo
a través de la Palabra que ahora escucharemos.
(B) PASOS PARA LA MEDITACIÓN
- LEE…
¿Qué dice el texto?
Atiende a todos los detalles posibles. Imagina la escena. Destaca todos los elementos que llaman la atención o te son muy significativos. Disfruta de la lectura atenta. Toma nota de todo lo que adviertas. Para la comprensión del texto te pueden servir los comentarios que te ofrecemos a continuación.
Texto (Lc 10,25-37)
Un maestro de la ley fue a hablar con Jesús, y para ponerle a prueba le preguntó: Maestro, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna? Jesús le contestó: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella? El maestro de la ley respondió:
Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y ama a tu prójimo como a ti mismo. Jesús le dijo: Bien contestado. Haz eso y tendrás la vida.
Pero el maestro de la ley, queriendo justificar su pregunta, dijo a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo?
Jesús le respondió:
Un hombre que bajaba por el camino de Jerusalén a Jericó fue asaltado por unos bandidos. Le quitaron hasta la ropa que llevaba puesta, le golpearon y se fueron dejándolo medio muerto. Casualmente pasó un sacerdote por aquel mismo camino, pero al ver al herido dio un rodeo y siguió adelante. Luego pasó por allí un levita, y que al verlo dio también un rodeo y siguió adelante. Finalmente, un hombre de Samaria que viajaba por el mismo camino, le vio y sintió compasión de él. Se le acercó, le curó las heridas con aceite y vino, y se las vendó. Luego lo montó en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y cuidó de él. Al día siguiente, el samaritano sacó dos denarios, se los dio al posadero y le dijo: ‘Cuida a este hombre. Si gastas más, te lo pagaré a mi regreso.’ Pues bien, ¿cuál de aquellos tres te parece que fue el prójimo del hombre asaltado por los bandidos?
El maestro de la ley contestó: El que tuvo compasión de él. Jesús le dijo: Ve, pues, y haz tú lo mismo.
Comentarios:
El diálogo inicial entre el maestro de la ley y Jesús sigue muy de cerca el texto de Mc 12 28-34. Marcos, sin embargo, nos habla de un escriba y la pregunta que hace es sobre el gran mandamiento de la ley. Lucas, adaptándose quizá a sus destinatarios cristianos de cultura griega, pregunta sobre la vida eterna. La respuesta del maestro de la ley combina dos textos del Antiguo Testamento: Dt 6, 4 y Lv 19, 18. Pero queriendo pasar por hombre justo plantea una nueva pregunta sobre quién es su prójimo. Para un judío la cuestión tenía una respuesta clara en la ley: es todo miembro del pueblo de Dios (Ex 20, 16-17; 21 14.18.35; Lv 19, 11-18). Para esta parábola, sin embargo, todo hombre que se aproxima a los demás con amor es el verdadero prójimo, aunque sea un extranjero. De este modo la pregunta primera se invierte y se transforma en: ¿cómo puedo ser yo el prójimo del necesitado? No debemos olvidar aquí que los sacerdotes y levitas, los expertos de la ley, son los que pasan de largo. Sus conocimientos no les sirvieron para responder a la necesidad concreta que se les presentaba. Su corazón no estaba convertido al Dios de la misericordia. Por el contrario la parábola nos descubre que el que tiene el secreto de la vida eterna es, paradójicamente, un samaritano, un extranjero odiado por los judíos (el maestro de la ley ni siquiera se atreve a pronunciar el nombre de «samaritano», Lc 10, 37). Es verdad que él no tiene los conocimientos de la ley que tienen los sacerdotes y levitas, pero sin embargo sintió lástima. Tiene un corazón compasivo que sabe expresarse a través de un amor eficaz. En este gesto del samaritano la Iglesia de todos los tiempos reconoce un aspecto fundamental de su misión: la de levantar a todos los hombres y mujeres caídos en los caminos de la historia.
- MEDITA…
¿Qué me dice Dios a través del texto? Atiende a tu interior. A las mociones (movimientos) y emociones que sientes. ¿Algún aspecto te parece dirigido por Dios a tu persona, a tu situación, a alguna de tus dimensiones?
Sugerencias:
“Para Jesús el amor consiste en una manera de ver…, de mirar abierto, dejando que el otro afecte los sentimientos del corazón”
“En esto consiste la caridad cristiana, en hacer viendo y sintiendo con los hermanos.”
– “Haz eso y vivirás”
– “Ten compasión de mi”
- CONTEMPLA Y REZA…
¿Qué le dices a Dios gracias a este texto? ¿Qué te mueve a decirle? ¿Peticiones, alabanza, acción de gracias, perdón, ayuda, entusiasmo, compromiso? Habla con Dios…
Sugerencias:
Enséñame, Señor, como aquel letrado malicioso,
Que no hay ocupación más urgente que darte culto,
Cuidándonos del que sufre y me necesite.
- ACTÚA…
¿A qué te compromete el texto? ¿Qué ha movido la oración en tu interior? ¿Qué enseñanza encuentras? ¿Cómo hacer efectiva esa enseñanza?
- COMPARTE…
Si la Lectio se hace en grupo, podéis compartir con sencillez lo que cada uno ha descubierto, para enriquecimiento del grupo.
- DA GRACIAS…
Puedes acabar este momento con una oración: expresa a Dios lo que has vivido, dale gracias por lo que te ha manifestado, y pide al Espíritu que te haga pasar de la Palabra a la vida.
Gracias, Padre, por lo que me has revelado con esta Palabra.
Ayúdame a progresar en el conocimiento de tu Hijo, Jesús,
y hazme dócil a la acción del Espíritu en mi vida.
Fuente Oración: Evangelio al dia 2022 Ed. CC