Evangelio Jn 20,1-31
NARRADOR: Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:…
JESÚS: ¡Paz a vosotros!
APÓSTOLES: ¡Es Él! ¡Es Jesús! ¡Ha resucitado! ¡Era verdad!, se pusieron muy alegres al verle.
JESÚS: ¡Paz a vosotros! Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. Recibid el Espíritu Santo… A quienes perdonéis los pecados les quedan perdonados… y a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.
NARRADOR: Jesús desapareció, no podían verlo. Entonces escucharon que alguien llamaba a la puerta. ¿Quién será…? ¡Es Tomás!
TOMÁS: ¿Qué os pasa? Tenéis cara de asustados.
APÓSTOL 1: ¡Ha venido el Maestro! ¡Sí, se nos ha aparecido!
APÓSTOL 2: Sí, sí, ha hablado con nosotros.
TOMÁS: Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.
NARRADOR: Así quedó. No pudieron convencer a Tomás de que Jesús había resucitado. A los ocho días estaban otra vez reunidos los discípulos y Tomás entre ellos. Las puertas seguían cerradas por miedo a los judíos, cuando… aparece Jesús.
JESÚS: ¡Paz a vosotros! ¡Paz a vosotros! Tomás: Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.
TOMÁS: ¡Señor mío y Dios mío!
JESÚS: ¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto.
NARRADOR: Muchos otros signos, que no están escritos en este libro hizo Jesús a la vista de sus discípulos. Estos están escritos para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios y, para que creyendo, tengáis vida en su nombre.
A los ocho días de resucitar, Jesús se apareció a los apóstoles, pero Tomás no estaba. Al llegar él, le contaron todos que Jesús se les había aparecido. Pero Tomás les dijo: -Decidme todo lo que queráis, pero si no toco sus heridas de las manos y del costado, no creeré que es él. Ocho días después llegó Jesús y le dijo a Tomás: -Toma mis manos y mi costado. Tomás exclamo: -¡Señor mío y Dios mío! Y Jesús le dijo: -¿Has tenido que ver para creerlo? Mejor habría sido que hubieras creído mis palabras sin verme.
Señor, estoy aquí, acepta mi pobreza,
esconde en tus llagas mi pecado,
lávalo con tu sangre.
Aquí estoy, Señor, perdóname
acógeme, consuélame,
lávame, ámame.
Aquí estoy, Señor, aumenta mi fe..