Las mismas aspiraciones que tenemos hoy de ser importantes, admirados y los primeros, tenían los primeros amigos de Jesús. Y El con enorme paciencia les decía una y otra vez: “Quien quiera ser el primero y el más importante entre vosotros, que se haga servidor de todos”.
Tan importante como un niño
que poco aspira y no se nota,
que nada tiene y poco importa,
el que por nadie es distinguido,
que no pretende vedetismo
ni ser el centro que alborota;
así es aquel que no acogota,
ni pretende perfecto aliño,
de pecado, es como lampiño,
trata bien a su compatriota,
al extranjero no lo explota
y expresa a todos su cariño.
Ese es un infante para Cristo,
humildad es lo que de él brota;
Dios le librará de la derrota
y al Padre verán sus ojitos.
Vamos a jugar

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