En el tiempo de Jesús creían que cuando alguien tenía una enfermedad o tenía algún defecto físico era porque él o alguien de su familia eran pecadores. Jesús luchaba contra esa idea y decía que nadie podía enfermar por castigo del Padre. Entonces le trajeron un señor sordo y tartamudo. Miró hacia el cielo para que su Padre le ayudara, hizo que ese hombre volviera a oír y volviera a hablar.
Señor, que tu palabra “Effeta” llegue a todo mí ser, mi corazón…
y me abra hacia el buen camino en todos los sentidos;
que sienta que me liberas de todas las veces que no te escucho,
y de mis silencios, para que así pueda caminar junto a ti,
llevando con paz todo lo que Tú me pides.
Vamos a jugar

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