Evangelio Mt 20,20-28
NARRADOR: En aquel tiempo, cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús. Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron:
NIÑO 1: Maestro, ¿cuándo has venido aquí?
JESÚS: En verdad, en verdad os digo: me buscáis no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros.
NIÑO 2: Maestro, ¿crees que somos egoístas?
JESÚS: , no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues a este lo ha sellado el Padre, Dios.
NIÑOS: ¿Y qué signo haces tú, para que veamos y creamos en ti? ¿Cuál es tu obra?
JESÚS: La obra de Dios es esta: que creáis en el que él ha enviado.
NIÑO 1: Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: “Pan del cielo les dio a comer”.
JESÚS: En verdad, en verdad os digo: no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo.
NIÑOS: Señor, danos siempre de este pan.
JESÚS: Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás.
Después de la multiplicación de los panes, al día siguiente la gente se puso a buscar a Jesús, al no encontrarlo atravesaron el lago. Cuando lo encontraron en la otra orilla, le preguntaron cómo había llegado allí. Pero Jesús les dijo que se preocupasen más por el pan que baja del cielo. Ellos se creían que hablaba del maná, pero Jesús les aclaró que él se refería a él mismo y dijo: «Yo soy el pan vivo que ha descendido del cielo».
Señor, ¡dame siempre de tu pan, de ese pan de la Eucaristía,
de ese pan que nos enseña el camino que tenemos que seguir!
Lléname de Ti y ayúdame a llevarte a los demás.