José Joaquín Coma, director de la casa salesiana de Cartagena, participó en el encuentro #FISATTecuenta en el que acompaó en un viaje en el tiempo por los proyectos sociales de la Fundación Ángel Tomás- FISAT en la localidad. Un encuentro virtual en el que también ofreció una amplia instantánea de la actualidad en la que se hace necesario el apoyo económico y el compromiso.
¿Dónde comenzó todo? Hay un nombre clave, Inma Bernal. Un proyecto inicial y como siempre el respaldo de los salesianos para atender una realidad.
Los proyectos sociales salesianos en Cartagena nacen con la asociación Alraso, hace 18 años. “Los monitores del centro juvenil, después de su compromiso en sus actividades de tiempo libre, liderados por Inma Bernal, son los que dicen ‘vamos a ofrecer ese estilo salesiano para hacer un proyecto más social’. Lo primero que se hizo es trabajar en la cárcel de Cartagena con los internos, ofreciendo actividades educativas y sobre todo para cuando salieran de la prisión pudieran trabajar esa reinserción social. Incluso se compró un piso con ayuda de la congregación salesiana. Así funcionó hasta que la cárcel de Cartagena desapareció”, recuerda JJ.
Con el cierre de la cárcel de Cartagena se inician otros proyectos que atienden a otra realidad social: la población migrante. Así surge Alraso y el proyecto Awalé. El objetivo de estos recursos es “atender a esa población migrante para que sea capaz de valerse por sí misma”. Con el aprendizaje del idioma como vehículo de inclusión para que puedan participar en la sociedad de acogida pero también ayudándoles con la parte más burocrática: papeleo, trámites.. “Humanizan lo que son esas relaciones institucionales y son un lugar de referencia”
Cuando estos proyectos se integran en la fundación salesiana FISAT, que acoge a los distintos recursos sociales de las casas salesianas, los proyectos Alraso y Awalé se reproducen en otras ciudades como Valencia y Alicante que también cuentan con una población migrante muy significativa.
Otro de los recursos de FISAT en Cartagena es el PAE Shirika. Un proyecto de apoyo socioeducativo que trabaja con los jóvenes, una dimensión salesiana que no podía faltar. También este recurso ha ido adaptándose para dar respuesta a nuevas necesidades sociales en el entorno. En el marco de la campaña inspectorial “Primero los últimos”, desde la casa salesiana se contempló la necesidad de atender a jóvenes del colegio de una forma más integral. Desde el PAE Shirika se amplió la edad para entrar en el proyecto hasta los 12 años, en vez de los 16, y hasta los 18 años.
Como explica JJ “en el PAE los chicos y chicas encuentran un apoyo social; se establecen relaciones positivas entre iguales y con educadores que te acompañan y te guían. Encuentran un grupo de referencia y la atención es integral. Es un proyecto en el que participan también como voluntarias personas vinculadas a la casa salesiana como profesorado. Es un proyecto muy bonito porque ves los cambios que se generan en los chavales”.
Los proyectos más jóvenes de la plataforma social salesiana de Cartagena son Somos Parte, para la inserción sociolaboral; y el Piso Inma Bernal para personas solicitantes de Protección Internacional. Ambos responden una vez más a situaciones estructurales como la precarización del empleo y la creciente llegada de personas refugiadas.
Tenemos que seguir compartiendo y conociéndonos
Las sinergias enriquecen los diferentes ambientes de las casas salesianas. Sin embargo, en la relación con las plataformas sociales salesianas hay margen de mejora. “A veces necesitaríamos conocernos más y darnos cuenta de ese servicio- en relación al trabajo de FISAT- y de esa riqueza que podemos obtener”.
Y propone el reto: “Que la casa conozca lo que FISAT le puede ofrecer y que FISAT se sienta con esa confianza para hacer uso de todos los recursos que la casa le puede ofrecer. Tenemos que ganar en ese compartir recursos y en el conocer qué puede ofrecer cada uno”.