Por sus aulas han pasado numerosos alumnos que, gracias al trabajo mano a mano con el equipo docente, han profundizado en su formación, no sólo en conocimientos teóricos y prácticos de la educación del ocio y la animación sociocultural, sino también de aquellas aptitudes y actitudes inherentes a las cualidades humanas de cada una de las personas.
Roberto Bernal Blanco ha sido uno de esos alumnos que ha tenido la oportunidad de pasar durante las últimas semanas por este lugar, "de formación, de encuentro, de compartir, de convivencia, que hace a cada persona especial a los ojos de los demás", como se define a la Escuela Don Bosco.
"Voy a cometer un sacrilegio y una osadía, resumiendo mi año en unas líneas y, además, concentrándolo en los dos últimos meses. Es un doble atrevimiento encerrar tu año en un puñado de palabras y hacerlo también con el final del mismo, pero es que la ocasión lo merece. De este 2014 me quedo con la maravillosa experiencia y fortuna de haber elegido hacer el Curso de Monitor de Ocio y Tiempo Libre que, más allá de lo formativo, me ha enriquecido en lo personal", explica este joven estudiante de periodismo que no dudó en hacer balance y compartirlo con la Inspectoría María Auxiliadora.
Para que todo los cursos salgan adelante hay detrás un trabajo al estilo salesiano que, aunque parezca invisible, también cala y deja huella. "No se me va a olvidar la gran labor que realiza Rocío y el cuerpo de profesores tan experimentado. Gracias al curso he conocido a personas que me han ido sorprendiendo cada día: imaginación, creatividad, originalidad, conocimiento, destreza, alegría, polifacética, extrovertida, etc. Y se me agotarían todos los calificativos posibles para definir al grupo que he conocido. Con algunos he compartido más tiempo que con otros, pero uno por uno me han ido aportando cosas que las llevaré siempre conmigo", añade.