La guerra, el asedio a la ciudad, las dificultades no han impedido a los jóvenes cristianos de Alepo poder festejar a Don Bosco, porque las ganas de vivir en plenitud y de encontrarse han sido más fuertes que el miedo a morir. Del 18 al 19 de septiembre, 900 jóvenes se reunieron en la casa salesiana de Alepo para pasar dos días estudiando el tema: “Sed mis testigos” e inaugurar así las celebraciones locales por el Bicentenario de Don Bosco.
Gimi Kourji ha explicó el sentido del encuentro y recordó que para ser “testigo se precisa ser discípulo, afrontando también las dificultades: el condicionamiento de la guerra, del miedo, de las antiguas costumbres, el conformismo de quien no quiere profundizar su relación con el Señor; el conformismo de quien no busca al otro”.
El tema del segundo día fue “Don Bosco discípulo de Cristo” y lo desarrolló Simon Zakerian, quien mostró cómo también hoy el testimonio es esencial en la vida del discípulo y que, a partir de los ejemplos recibidos, es posible desarrollar una relación personal con Jesús y llegar finalmente a evangelizar a los demás.
En medio de un clima de inmensa alegría, los jóvenes acogieron la estatua con la reliquia: al no haber tenido la posibilidad de hacer entrar las reliquias en Siria, los Salesianos han hecho construir una estatua del santo y le han colocado en el cuello una pequeña reliquia.
La misa de clausura, participada también por varios sacerdotes de la Iglesia de Alepo, la presidió George Fattal, director de Alepo, quien en la homilía subrayó que la alegría de Don Bosco le venía directamente de la fuente de la alegría que es Jesús.
Al término del encuentro, los jóvenes manifestaron su agradecimiento a los organizadores. Decía uno de ellos: “Os doy las gracias por vuestra presencia, por el trabajo y la fatiga; nos habéis hecho sentir de nuevo la vida y nos habéis ayudado a olvidar, en estos dos días, el clima de guerra y de muerte”.