Andrea Lara y Guillem Vilaregut, dos de los jóvenes que han participado cuentan a continuación estas experiencias.
Campamento Foc: Andrea Lara, Terrassa.
“Después de tres años seguidos participando en “Campas” FOC, puedo decir que es una de las mejores experiencias en la fe que puedes hacer.
Para mí es donde realmente puedo compartir la fe con personas que aunque en un primer momento no conoces, basta con una tarde, para que sientas como si la conocieras de toda la vida. De hecho, seguimos encontrándonos después de campamentos.
Uno de los mejores momentos de “Campas” son los espacios de grupo, en los que reflexionas sobre la dinámica hecha previamente y luego comentas y escuchas las reflexiones de tus compañeros.
Otro de los momentos que más destaco es la mañana de testimonios. Te permite escuchar como viven la fe diferentes personas: un misionero, una salesiana… Es allí donde tomas conciencia sobre diferentes formas de vivir la fe y compartirla.
Pero, con lo que realmente me quedo es con el hecho de haber realizado un paso más en mi fe y en mi crecimiento como persona, porque el tiempo de “Campas” es tiempo vivido.”
Campamento Jove: Guillem Vilaregut, Sabadell
“Iniciar el camino lento pero seguro, reencontrarnos en Sants y que los abrazos empiecen a llenar la estación… Así nos reunimos los 26 jóvenes que íbamos a participar en los campamentos Jove.
La experiencia será distinta a todo lo que podáis imaginar, esto no son “Campas” Foc y por tanto se os exigirá más”. Ésta frase la repitieron todos los animadores en nuestras casas salesianas de Badalona, Meridiana, Sabadell y Sant Boi y obtuvieron como resultado una mayor ilusión y ganas por parte de todos nosotros para iniciar este campamento de trabajo.
La dinámica de los días era sencilla, se iniciaba el día con una pequeña oración o reflexión en la capilla. La casa de Poblet donde nos hospedamos durante la semana del 20 al 26 necesitaba unos cuidados; arreglar el jardín interior, despejar el camino y retirar las malas hierbas entre otros, trabajos que realizamos por grupos durante las mañanas.
Acabadas las tareas y antes de comer teníamos una hora de silencio en la que se nos invitaba a la libre reflexión acompañados por nuestros animadores, distribuidos por el exterior de la casa, siempre disponibles para nosotros.
La tarde se dividía en tres momentos; un primer momento de reflexión personal sobre los talleres y el momento de reflexión de la mañana, una segunda parte de puesta en común con el grupo y una última actividad o taller por el que pasaron testimonios de vida, meditación guiada, la celebración de la eucaristía y reconciliación, cantos, etc. La noche terminaba con juegos y risas, así como el ya mítico momento del buenas noches.
Esta dinámica diaria cambió el día que hicimos una excursión hasta la piscina de Vimbodí, donde pasamos todo el día hasta bien entrada la tarde y con la visita al monasterio de Poblet.
En este campamento hemos podido trabajar interioridad, espiritualidad y fe a todos los niveles, preparar un proyecto de vida y unos objetivos concretos a conseguir para llegar a este proyecto, reforzar nuestras relaciones, afianzar las amistades que teníamos al empezar el campamento y hacer nuevos amigos.
Una experiencia increíble que nos ha dejado con ganas de más".