El Papa Francisco recordó el centenario de la Primera Guerra Mundial. La Gran Guerra "causó millones de víctimas y una inmensa destrucción", un conflicto que, dijo el Pontífice, "el Papa Benedicto XV definió como una ‘inútil masacre’", y que terminó después de cuatro largos años, en una paz que resultó aún más frágil". Papa Francisco espera que "no se repitan los errores del pasado, sino que se tengan presentes las lecciones de la historia, haciendo siempre prevalecer las razones de la paz a través del diálogo paciente y valiente".
"Recordemos que todo se pierde con la guerra, nada se pierde con la paz. Pienso sobre todo en los niños, a los que se quita la esperanza, el futuro, niños muertos, niños heridos, niños huérfanos, niños que juegan con los residuos de la guerra y no saben sonreír. Nunca la guerra".
Fueron las últimas palabras del Papa las que más conmovieron al Rector Mayor, quien se dirige a toda la Familia Salesiana:
"Mi Querida Familia Salesiana toda, mis queridos jóvenes:
el Santo Padre nos ha hecho una llamada viva, llena de dolor y de esperanza desde la Fe.
Me han conmovido sus últimas palabras afirmando que "Esta es la hora de parar. Paren por favor, se los pido de todo corazón, pare por favor". Estoy convencido de que ese ruego lo compartimos la mayoría de los hombres y mujeres de buena voluntad de nuestro mundo.
¡Qué cierto es que todo se pierde con la guerra y todo se puede ganar con la Paz! El Papa Francisco ha hecho una referencia explícita a los niños y niñas a quienes se les trunca la vida, se les corta toda esperanza. Y si bien la tragedia y el horror de la guerra es un drama para padres, madres y abuelos; sin embargo, es el fin para los más indefensos, los que ni siquiera pueden comprender qué pasa, qué sucede.
Queridos hermanos y hermanas de los diversos puntos cardinales donde el carisma salesiano está presente: me permito pediros también que nos sumemos a esta plegaria del Santo Padre, que oremos con verdadera Fe para que el Señor toque nuestros corazones, también el de las personas que pueden decidir el fin de las guerras que ahora mismo existen, y que nos conceda el Don de ser siempre portadores y constructores de su Paz. Recemos para que tanto dolor se convierta en Vida Nueva y Resucitada en Él. Recemos para que nos haga siempre más capaces de compromiso por la Paz y por los niños, niñas y jóvenes que más sufren.
¡Quiera el Señor que siga brillando la esperanza. Un abrazo fraterno,
P. Ángel Fernández Artime – Rector Mayor"