Reseña: Bailar con la soledad

18 octubre 2019

Once ediciones en el mercado para un libro con solo año y medio de existencia pueden darnos la pista de que algo interesante se cuece en sus páginas, más allá de una buena operación de mercadotecnia, que también la habido, pero es que la nueva obra del jesuita José María Rodríguez Olaizola merece tal reconocimiento.

Bailar con la soledad es un libro que se lee con interés, con facilidad y con provecho. Con interés: quién no ha sentido en sus carnes el desgarro de la soledad o la necesidad de ella: es consustancial al ser humano y por eso, como bien reza el título de la obra “toca bailar con ella”, se quiera o no. Y conviene reflexionar sobre ella si no se quiere pasar por la vida distraídamente, sin calado existencial.

Esta obra se lee también con facilidad. Rodríguez Olaizola es un gran divulgador, en el mejor sentido de esta palabra. Acerca al gran público temas profundos tratados con rigor, pero de forma amena; con una prosa muy depurada en su claridad expositiva, a veces expresada en pequeños puntos que se desarrollan a continuación y que funcionan también como subtemas complementarios.

Y con provecho, porque es muy oportuno establecer un diálogo mental con el autor, verificar nuestras propias vivencias de la soledad, contrastándolas o enriqueciéndolas con su mirada siempre atenta a nuestra cultura y, en especial, a lo que el mundo del cine y la televisión hoy nos está ofreciendo al mirar a los ojos a la soledad.

También hay una mirada creyente en Olaizola, una apertura al Dios de las cicatrices y de las fronteras: “Donde acaba el ruido y empieza la soledad, allí, justo allí, tu palabra, protegiéndome”.

José María Rodríguez Olaizola, SJ. Bailar con la soledad. Ed. Sal Terrae, 2019. Grupo de Comunicación Loyola, Maliaño (Cantabria). 11ª edición.

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