(ANS – Rabat) – Cuando saludó al Papa por primera vez en Roma nada más ser elegido arzobispo de Rabat, Francisco le dijo en tono jocoso: “A usted le nombré estudiando bien quién era, pero sin ponerle cara. Cuando ya vi su foto en la revista Vida Nueva, me quedé más tranquilo”. Aquella broma inicial fue el punto de partida de un ejercicio de confianza que se vio reforzado a través del viaje papal a Marruecos el pasado mes de marzo. Organizó las estaciones de la peregrinación del Papa en un país que Cristóbal López Romero conoce al dedillo.
Tras un año y medio como arzobispo, ahora cambia el rojo por el púrpura. ¿Cómo interpreta la velocidad de movimientos de Francisco?
El Papa quiere reforzar el diálogo interreligioso y este nombramiento es un pequeño gesto más… el Papa ha conocido esta Iglesia y quiere hacerla visible. Pese a que somos pequeños, somos significativos y quiere ponernos en el candelero para que otras Iglesias vean lo que aquí hacemos y vivimos, y quién sabe si tomar alguna enseñanza de nuestra experiencia. Una tercera lectura es enviarnos un mensaje de ánimo y aprobación por nuestro trabajo con todas las personas que se encuentran en situación de migración. La cuarta interpretación, quizá en clave más diplomática, es un guiño hacia el pueblo marroquí que le mostró el país y que está trabajando en la difusión de un islam abierto y dialogante.
Pero algo habrá visto también en su persona…
Este nombramiento, y es por ser arzobispo de Rabat… Pues ahora el Papa ha roto esa tradición y ha hecho a Rabat sede cardenalicia para sacar a la luz a una Iglesia que trabaja escondida, pero sin descanso.
Estarán contentos sus hermanos salesianos con esta noticia…
La verdad es que es una alegría para la congregación. Si este nombramiento es de algún modo a mi persona, yo lo traslado a la congregación, porque yo soy un hijo de Don Bosco… Cualquier gloria personal hay que redireccionarla hacia la congregación.
Por último, ¿qué quiere aportar usted a la Iglesia? ¿Con qué Iglesia sueña?
Sueño con la única Iglesia que existe: la de Jesucristo. Y quiero aportar mi vivencia del Evangelio de la forma más auténtica posible, porque yo no soy quién para marcar líneas. La Iglesia de la que habla Francisco a mí me entusiasma, es mi Iglesia, por eso, solo puedo colaborar con él para que se haga realidad de la mejor forma posible. Una Iglesia pobre para los pobres es a la que yo me “apunté” cuando profesé, una Iglesia samaritana… Yo solo soy un colaborador del Papa…