Solidaridad, esa fue la palabra protagonista. Como siempre, un espíritu de unión para ayudar a los demás ha vuelto a ser el eje vertebrador del octubre solidario.
"Hemos querido poner un gran broche a las diferentes actividades en las que toda la casa ha venido colaborando en las últimas semanas. Nuestros alumnos y alumnas miraban al cielo para solidarizarse con aquellos más desfavorecidos. En días pretéritos, los alumnos han ido aportando pequeños donativos a través de los delegados de pastoral de las distintas etapas. Las distintas gotas de solidaridad y ayuda han sido unidas y lanzadas al cielo en un acto muy emotivo. Desde la casa salesiana, queremos contribuir con esta aportación, a la prosperidad de aquellos que más nos necesitan. Uniendo nuestro apoyo alcanzaremos grandes metas que redundarán en el desarrollo personal de nuestro alumnado", explicaban desde la casa a través de la web sobre esta iniciativa.
Y es que ese cierre del mes de las misiones lleva un sello con protagonismo total de los propios alumnos. Estos se pusieron un reto, formar entre todos una gran frase que reflejara el valor que hemos construido, esa solidaridad con los misioneros y con los que lo pasan mal. Y también de ellos nacía la idea de que cada letra la rellenara cada clase de cada etapa, ¡desde Infantil hasta Ciclos de grado Superior! El sentido no puede ser más profundo: cada granito cuenta, cada letra es necesaria para formar esa gran todo que nos une como una gran familia.