"Cada vez que vengo a Mornese me corresponde predicar sobre estos fragmentos de la Palabra de Dios, que tan a las claras hablan de Maín, de Madre Mazzarello. Lecturas que hablan de un Dios que elige a los sencillos, a los humildes…". Iniciaba de este modo su homilía Francisco José Pérez Camacho en la iglesia que, dedicada a María Auxiliadora, se erige elegante junto a la casa natal de Maín. La eucaristía, juvenil y festiva, ha supuesto el colofón de un día dedicado al pueblo de Mornese y a la Valponasca, escenarios en los que se enmarca la vida de la cofundadora de las Hijas de María Auxiliadora.
Las mismas palabras que Paco Pepe Pérez aplicaba a la santa, bien se podrían atribuir a Don Bosco, objeto durante los dos días precedentes de conocimiento y profundización por parte de los seiscientos cincuenta jóvenes participantes en este Campobosco Nacional 2018. En efecto, tras llegar, pletóricos de alegría, al Colle Don Bosco al atardecer del martes, y ser recibidos por el repicar de campanas de la gran basílica que inundaba todo el valle, los jóvenes dedicaban las dos primeras jornadas completas sobre suelo italiano a conocer in situ al Juan Bosco que -niño, adolescente y joven- iba descubriendo el esfuerzo y la pobreza en la vida campesina, la exigencia y la alegría en los años de estudiante, el plan trazado por Dios y el modelo de sacerdote que quería ser en los años del seminario.
Para conseguir estos objetivos, el Campobosco Nacional dosifica sabiamente las visitas a los lugares santos salesianos, el silencio interior, el tiempo de diálogo y reflexión compartida en grupo, la celebración comunitaria de la fe… todo ello sazonado con buenas dosis de espontaneidad, familiaridad y alegría.
Con la mirada puesta en Valdocco
Hoy sábado los jóvenes peregrinos llegan, al fin, al corazón de la obra de Don Bosco. Valdocco les abre de par en par las puertas, y cada uno de ellos abre de par en par su corazón a lo que Don Bosco tiene que decirle. Día de emociones, alegría desbordante, entrañas compungidas y lágrimas que expresan agradecimiento sin límite. Solo los mudos sillares de la basílica, solo la urna que custodia los restos mortales del santo turinés, saben de las oraciones y de los secretos más recónditos que hoy elevará cada uno de los peregrinos. Y la Auxiliadora seguirá extendiendo sobre cada uno de ellos su manto protector desde el cielo del cuadro de Lorenzone. Solo ella, que lo ha hecho todo, nos ofrecerá una vez más al Niño que parece querer saltar de su brazo.
El Campobosco avanza y va cumpliendo sus objetivos. Solo queda -y no es poco- traducir todo lo vivido y devolver todo lo asimilado a los chicos que esperan a sus animadores en cada localidad. Jóvenes animadores que regresarán en pocos días a todos los rincones de España y Portugal con más ganas que nunca de seguir viviendo "a medias con Don Bosco".